En mi agenda de teletrabajo de hoy ha tocado ruta provincial, on the road desde el confinamiento, poniendo imagen y sonido a las calles de algunos pueblos a través de compañeros y compañeras describiendo escenarios al otro lado del teléfono.
Desde casa he visto los tractores desinfectando las calles con lejía suministrada por pequeños comerciantes del pueblo y a decenas de personas fabricando mascarillas y batas y trajes de plástico homologados por las autoridades sanitarias para donarlos y esterizarlos y usarlos en los quirófanos; he aplaudido a asociaciones, ampas, modelos de pasarela, misioneros, mujeres del servicio de ayuda a domicilio y centros estratégicos de alimentación; he acompañado a la policía local a sancionar a (un poner) una persona que ha salido a comprar primero el lápiz y luego la goma y después el sacapuntas y también he acompañado a una voluntaria de protección civil que ha llevado el carrito lleno a casa de un matrimonio en situación de riesgo; y así he ido apuntando en el cuadro de honor nombre y apellidos y razón social a cada idiosincrasia, a cada oportunidad para dibujar de solidaridad la crónica particular de cada pueblo, y las excepciones que confirman la prueba del nueve.
A ratos leo, sigo leyendo ‘Libro de Manuel‘ cuando puedo, en realidad no me queda mucho para terminarlo (la ventaja de 24 horas puertas adentro). A todo el mundo le pasa, supongo, que cuando le gusta tanto lo que lee (o tal vez cuando ve alguna película que gusta mucho) al final acaba dejando un pedazo dentro del libro cuando lo cierra, después de terminarlo. Es mi caso ahora, como lo fue en ‘El amor en los tiempos del cólera’, obviamente en ‘Rayuela’, como fui el gato en ‘Soy un gato‘ u Olivier en la película ‘Azul’ de Kieslowski (fui el enamorado de Julie igual que el enamorado de Ada en ‘El piano’); la sensación de que pronto voy a echarme de menos en alguno de sus personajes; vaya, que tenía la edad de Manuel cuando ‘Libro de Manuel’ pero quien voy a dejar de ser es Andrés en ídem y eso no es políticamente correcto, afortunadamente la mayoría de las personas que leáis esto no sabréis de qué estoy hablando, porque si no, o tal vez sí.
En estos tiempos del cólera, sin embargo, identificarse con personajes de novela o película parece una frivolidad, ¿verdad? Después de lo que me han contado algunos alcaldes hoy, desde luego, lo que toca es identificarse con quienes lo están dando todo ahí afuera. Antihéroes, a veces, que nunca han podido imaginar lo importante que podían llegar a ser sin necesidad de buscarlo. Lo mejor de dentro, como lo peor, aflora con más fuerza que nunca en los momentos decisivos. Es lo que tiene ser.