Ciencia o Negocio

El retorno de los mineros.

Ayer subí a mi muro de Facebook una obra de Hubert von Herkomer para enviar con ella un abrazo a dos amigos de la vida real (no sólo de la red social). Al autor de ‘En Huelga’ lo conocí gracias a ‘Cómo cambiar el mundo’ de Hobsbawn; en el mismo capítulo me di de bruces con Constantin Meunier, pintor y escultor y minero, precursor de esos carteles soviéticos con obreros y soldados musculosos, que pasó unas cuantas semanas en Sevilla.

Hobsbawn publicó ‘Cómo cambiar el mundo’ en 2011 con la intención de ayudar «a los lectores a reflexionar sobre la cuestión de cuál será su futuro y el de la humanidad en el siglo XXI», como él mismo escribió en el prólogo (puedes descargarlo aquí). Él ya no vive y yo ya no soy joven, aunque a reflexionar me alcanza para reconocer que tampoco soy científico, ni economista, ni me gusta frivolizar. Hay quienes pretenden convencernos de que la economía es una ciencia (estrategia que explica muy bien Alberto Garzón en ‘Por qué soy comunista’), pero esa simbiosis interesada, al menos en mi caso, no cuela. Digo esto porque conocemos el paño y: si para decidir sobre la vida o la economía tengo que elegir entre un comité científico y un lobby financiero, no lo dudo un segundo.

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