Hace unos años me birlaron una tarjeta de crédito. La historia es larga y algo rocambolesca, pero, para lo que importa aquí, decir que el defraudador fue detenido y sus pagos fraudulentos fueron devueltos por el banco sin problemas.
Sin embargo, la entidad financiera de la tarjeta de crédito, aun informada de todo, me advirtió desde el primer día que no entiende de barcos: que el titular de la tarjeta soy yo y, por tanto, yo soy quien tiene la deuda.
Hay más de mil trabajadores y trabajadoras de Sevilla y Córdoba a las que quieren hacer pagar por fraude ajeno. En este caso, el supuesto defraudador es un empresario y quien no entiende de barcos es el Servicio Público de Empleo. A diferencia de lo mío, que es anecdótico, a estos jornaleros y jornaleras les piden hasta 1.500 euros del fraude en las cotizaciones, más los subsidios de desempleo percibidos, más, en función de las últimas modificaciones del Código penal, hasta cárcel.
Una vez más, cumplir la ley e impartir justicia son dos expresiones que pueden distanciarse tanto, tanto, que acaben siendo antagónicas.
Este colectivo ha echado el 11S en marcha desde Rinconada hasta el Parlamento de Andalucía. Compañeras y compañeros de algunas asambleas de Izquierda Unida han hecho también el recorrido completo (Encarna Milla y su gente de Carmona, por ejemplo), junto a militantes de Co.Bas, del SAT, Anticapitalistas y Podemos. María García, Diego Cañamero y yo acompañamos al final y nos comprometimos a llevar el asunto al Parlamento andaluz.
Como siempre decimos, como creo que ya mucha gente sabe, y como allí mismo hemos dicho, aprobar una declaración institucional es un bienquedo, muchos partidos firman con la nariz tapada y si te he visto no me acuerdo. Sin movilización, sin meter dentro el olor de la calle (como dijo Diego Cañamero: «En el Congreso no huele a calle»), difícil daremos la vuelta a la tortilla… pero, mientras eso llega, ahí seguiremos machacando, diciéndole a quienes no entienden de barcos que, en nuestro caso, de lo que no entendemos es de bancos.
Hay días que no pasan desapercibido, bien por algo personal, bien por algún recuerdo colectivo, bien por ambas cosas. Es evidente lo del 11S, en lo colectivo. El mundo no es el mismo desde que el neoliberalismo entró a saco en Chile tras el asesinato de Allende, primer país donde los chicago boys de Friedman pusieron a prueba el saqueo del Estado que hoy «disfrutamos», y desde que el atentado de las Torres Gemelas ofreciese el marco propicio para aplicar la doctrina del stock a nivel mundial. Pero también, en lo personal, tal día como hoy habría cumplido 49 años mi amigo Justo. Ahí está Facebook, recordándonos personas que ya no nos acompañan, cada vez más, ¿verdad?
Qué extraño todo, a veces.