2023: Cultura del azar.

Si tuviera que elegir banda sonora original para (no necesariamente pensar en the very best of…, solo) recordar 2023, tendría en mente un poco de cada: clásicos de ayer en hoy (Belle and Sebastian, Iggy Pop, Everything But The Girl, Christina Rosenvinge, Jay Jay Johanson, Blur, PJ Harvey), lo nuevo clásico (sic: Rone, Nation of Language, Tulsa), los descubrimientos (Yaeji, Avalon Emerson, Jessie Ware) y temas que no olvidaré: la nostálgica Les cents prochaines années (Albin de la Simone), la tejedora Recovered Files (Neuman), el romanticismo de Fiestas del Patrón (Eddi Circa), las preciosas Loading (James Blake), The Sea (Romy), Sirens (Devendra Banhart), el hombro del camarada de La Guerra ha Terminado (Dani Llamas, The New Raemon) y el descaro de Todos menos tú (Parquesvr, I-Ace). Todo este conglomerado de músicas del azar (no las he elegido yo: me han elegido ellas a mí) tal vez tengan una cumbre, digamos, si tuviera que escoger la más representativa (¿por qué una?): la maravillosa colección de canciones del disco de Caroline Polachek Desire, I Want To Turn Into You (título y frase con la que explota Welcome To My Island).

Aunque todos lo hagan, yo no

Love Will Tears Us Apart (again).

Una tertuliana que dice que escuchó: «USA innova, Asia produce y Europa regula». Tal vez mejor: «Europa regular». Andalucía peor: en vez de más docentes y mejores infraestructuras, metemos toros y caza en las aulas, que debe ser el nuevo pragmatismo desde que Susana abrió la puerta al sentido común de los recortes y las privatizaciones.

Crónica de las emociones de un concierto (2ª parte)

Sé que Jay-Jay Johanson es mayoritariamente desconocido como cantante, pero para mí, que huyo de cualquier símil del fenómeno fan (en la música, el cine, la literatura… y ya de la política o el fútbol ni hablamos), sus canciones son parte de la (perdón por la cursilería) banda sonora de mis últimos 20 años. Exactamente, desde que Tomás Fernando Flores puso en Siglo XXI los tres primeros temas de ‘Tattoo’, que escuché yendo al trabajo (en Viapol, aquel entonces) recorriendo a todo lo largo, lángidamente, la Avenida Ramón Carande.

Oí silbar a alguien

Hay poca gente en el parque, se puede patinar y elegir sol/sombra para sentarte en la terraza del bar; el aparcamiento del Arenal está vacío de domingo cotidiano y la confitería San Rafael tiene echado el cerrojo.

La instantánea del viernes santo en esta chincheta del mundo huye del bullicio que se le podría presuponer. Abundando: ninguna llamada en el móvil, cuscús para merendar.

Los recuerdos son importantes

Mi hijo nació tres semanas después de esta fotografía. El larguirucho rubio que está a mi lado es Jay Jay Johanson, un crooner sueco que hace canciones maravillosas.  El 28 de julio, al llegar a casa, mi pequeño escuchó a Vivaldi, a Bach y a otros clásicos, pero en la barriga de su madre, durante aquella noche del Nocturama, debió interiorizar por primera vez la importancia de la música, aquellas canciones cálidas, llenas de amor colectivo.