Reflexión y debate colectivo en IU Sevilla Casco Antiguo

Aunque lo más interesante ha sido el debate colectivo posterior con militantes y simpatizantes, aquí te dejo, por si sirve de algo, mi intervención en el Debate-Coloquio ‘Lo Hablamos el Miércoles’ que, bajo el título «Tras las elecciones andaluzas: Ni un paso atrás» ha organizado la Asamblea de IU Sevilla Casco Antiguo y en la que he participado con Marta Blázquez Carballo (Consejo de Feminismo de Sevilla) y Manu Fernández García (Politólogo, militante de IU).

El primer día del año apareció en un diario valenciano un artículo del filósofo José Luis Villacañas que situaba la palabra “desconcierto” como la más repetida en periódicos, telediarios y la propia realidad del 2018. Y su consecuencia, ante ese desconcierto como estado de ánimo social dominante, situaba la confianza en la brutalidad como respuesta argumental, como una antesala inducida por tanta acumulación de decepciones.

Según Villacañas, el desconcierto social es un síntoma de debilidad que alimentan los Trump, los Bolsonaro o los Serrano, provocando el desprecio de todo lo que no sea el remedio violento y urgente, en vez de la reflexión y la necesidad de orientación. “La brutalidad -escribe Villacañas- es la antesala de la aplicación de un 155 para todo” y el voto a Vox en Andalucía es la “primera gran cosecha de desorientados españoles”, de la misma forma que Podemos resultó ser la fuerza que canalizó el movimiento 15M, que no fue un movimiento de personas desorientadas, sino de personas indignadas.

La conclusión que yo traigo a colación de este artículo es que, frente a esa “pedagogía de la brutalidad”, la izquierda tiene que oponer la “pedagogía de la orientación” social, que no deja de ser lo que históricamente conocemos como batalla por la hegemonía cultural que teorizó Gramsci.

¿Qué tiene que ver esto con el título de este encuentro, “Tras las elecciones andaluzas: ni un paso atrás”? En octubre pasado se estrenó en el Teatro Español de Madrid la comedia musical ‘Mundo Obrero’, dirigida por Alberto San Juan y con música de mi querido y admirado Santiago Auserón (ya sabéis, Radio Futura, Juan Perro…). El estribillo más repetido de la obra dice: “La pregunta no es qué va a pasar, sino qué vamos a hacer”. Pues bien, “ni un paso atrás” es lo que, en mi opinión, debemos hacer, por imperativo social.

Agradezco mucho la existencia de espacios de reflexión como este, porque en la izquierda cometemos el error de encerrarnos en la política instrumental del corto plazo, cuando la lucha por la hegemonía requiere cierta serenidad

Y la tesis básica que defiendo aquí es esta: estamos ante una situación excepcional, y ante situaciones excepcionales hay que tomar medidas excepcionales.

Ya son conocidos los análisis sobre los resultados electorales del 2 de diciembre en Andalucía. En lo que concierne a Adelante Andalucía, se pueden resumir en:

  • No se logró ser alternativa por la izquierda a un gobierno agotado.
    No se logró acumular los apoyos de Podemos e IU de 2015.
  • No se consiguió incorporar a votantes desencantados/as que apoyaron al PSOE andaluz.
  • Se ha producido un ciclo de desmovilización por la izquierda y de movilización del voto por la derecha. La impugnación del susanismo ha venido por la abstención de una parte y la ola reaccionaria de otra.

Con estos datos, y con un nuevo gobierno de derechas (incluyendo la derecha extrema) ya conformado en la Junta de Andalucía, podemos afirmar que el ciclo electoral que se inició en Andalucía y va a continuar en el resto del Estado y en Europa no ha empezado bien. La fórmula de confluencia Adelante Andalucía se ha dejado un tercio de su electorado y cualquier análisis que se reafirme en la unidad “ni un paso atrás” tiene que llevar aparejado nuevos retos que la mejoren. Los últimos acontecimientos en Podemos, de los que no voy a opinar en su interno, abundan en esa necesidad de reorientación, cualesquiera que sean sus resultados orgánicos y de proyección electoral.

¿En qué se traduce, en mi opinión, esa excepcionalidad a la que hay que atender? Dependerá de los escenarios y las fórmulas jurídicas electorales que se planteen, pero, de antemano, habría que desarrollar los siguientes retos:

  • Identificar el bloque de cambio. Quiero decir con esto que no podemos limitarnos a la confluencia entre IU, Podemos y otras organizaciones territoriales. Ese bloque excepcional tiene que unirse en torno a un programa de mínimos y sus partes, individuales o colectivas, deben ser generosas en los máximos.
  • Identificar las prioridades políticas e institucionales. En mi opinión, ese espacio tiene que estar dirigido a la recuperación de los derechos perdidos durante la crisis y a revertir los recortes. Se trata, por así decirlo, de concretar la perspectiva de clase.
    Identificar el relato que se traslada a la sociedad. En IU ponemos por delante la República Federal, el proceso constituyente… somos muy de “radicalidad verbal”, lo que Marx calificaba de política del “tendero incendiario”. El ejemplo de los desahucios es paradigmático: hoy hay más desahucios que nunca, pero ya no se sale masivamente a las plazas y a las calles por ello.
  • Abandonar los personalismos y la política espectáculo. IU no ha desaparecido porque es una organización capilar, de militantes. No puede haber decisiones cupulares que luego se someten a la ratificación plebiscitaria de las bases: el proceso tiene que ser justo al revés.
  • Respeto de «lo nuevo» a «lo viejo», y viceversa. Abandonar la prepotencia de “lo auténtico”. Respeto a los sindicatos, a las organizaciones políticas tradicionales, a la militancia de toda la vida… Tenemos que grabarnos la palabra “Respeto” en la frente, en las reuniones de los barrios, de las plataformas, en las manifestaciones y concentraciones. El nuevo tiempo exige un contrapoder gigante al gigante de las derechas que van ganando la partida. La falta de respeto genera frustración.

Un reto adicional, que me preocupa, es la dicotomía entre activismo y “obrerismo”, aquello que plantea Daniel Bernabé en su libro ‘La trampa de la diversidad’. A mí me duelen las piernas de participar en manifestaciones, voy a todas las asambleas de las plataformas (pensiones, mareas, etc.). Sin embargo, cada día me levanto por la mañana y no dejo de ver, desde que salgo de casa hasta que empiezo mi jornada como coordinador de IU Sevilla, a gente trabajando en las calles. Y siempre me pregunto ¿qué hacemos las organizaciones políticas de izquierda por toda esta gente? Aquí lo dejo.