Los ayuntamientos también pueden proteger la salud mental de sus vecinas y vecinos.

He firmado, en nombre de Izquierda Unida, la incorporación de las propuestas de Salud Mental Andalucía al programa de gobierno para las elecciones municipales del próximo 28 de mayo. Estas propuestas pretenden que los ayuntamientos también se impliquen, con voluntad política, medios materiales y humanos, en la tarea de que nuestros pueblos y ciudades sean lugares donde crecer y convivir con salud mental.

La idea no se limita a una mera declaración de buenas intenciones como las que, habitualmente, se aprueban en los plenos de los ayuntamientos. Se trata de que cada entidad local ponga en marcha su Plan Municipal de Promoción de Bienestar Mental que genere espacios de convivencia, apoyo mutuo y plena inclusión social de la ciudadanía con compromisos concretos, medibles y cuantificables, dentro de una estrategia de lucha contra el estigma.

Según la Organización Mundial de la Salud, entre un 10 y un 20 por ciento de la población infantil y adolescente tiene problemas de salud mental, un trastorno que tiene la dificultad de que no se ve. En el caso de la población adulta, hay ejemplos muy diversos que se deben atender en el ámbito municipal, desde personas que no tienen posibilidad de solicitar ayudas sociales porque ni siquiera saben cómo rellenar los papeles, a casos de violencia ejercidas por personas con salud mental que son condenadas por atentado a la autoridad. También existe el estigma de menores convivientes con padres que tienen dificultades mentales (la típica historia de «el hijo de la loca del pueblo/barrio»). Un 80% de las mujeres que forman parte del colectivo son mujeres maltratadas, pero hay también mujeres con problemas de salud mental que, al no ser víctima de violencia de género, no son consideradas como vulnerables en los servicios sociales.

Un gobierno municipal que protege la salud mental se tiene que volcar en la generación de factores de protección para la población que sufre este problema y sus familiares. Se trata de que nuestros pueblos y ciudades sean poblaciones que cuidan la salud mental. Por eso, un Plan Municipal de Promoción de Bienestar Mental tiene que servir para luchar y proteger a las personas con problemas de salud mental, muy especialmente jóvenes y mujeres, por ejemplo:

  • a través de medidas reales y concretas que impliquen a los servicios sociales comunitarios; ofreciendo recursos habitacionales a las personas sin hogar;
  • reforzando la accesibilidad e inclusión de la infancia y adolescencia mediante actividades deportivas y culturales, talleres, ludotecas, escuelas de verano, fiestas infantiles para niñas y niños en riesgo de padecer problemas de salud mental;
  • dotando de formación e información específica sobre derechos humanos a policías locales, bomberos, protección civil, oficinas de atención ciudadana, trabajadores y trabajadoras de los servicios sociales;
  • ofreciendo protección a mujeres con problemas de salud mental ante las violencias;
  • poniendo en marcha una estrategia local para la prevención de conductas suicidas;
  • creando entornos urbanos comunitarios, fuera de los espacios sanitarios, a personas con problemas de salud mental.

Todas estas propuestas son perfectamente asumibles por los ayuntamientos y la mayoría de ellas ni siquiera cuestan dinero, ni invaden competencias de otras administraciones (la típica excusa: «esto es competencia de la Junta de Andalucía…» pues no).

Coordinador de Izquierda Unida Sevilla.