La trampa de la seguridad.

Roman Cieslewicz – Sainte-Marie-de-la-Peur («Santa María del Miedo»), 1977.

En la edición de abril de Le Monde Diplomatique, un artículo de François Thuillier comienza con esta frase del dramaturgo Jean Genet: «No hay que dejar que el poder disponga del vocabulario a su antojo para su propia comodidad». Estamos en la Francia de 1977, Foucault declara en Le Matin: «A partir de ahora, la seguridad está por encima de la ley»; el término «violencia» aparece 569 veces en un informe de 193 páginas solicitado por el gobierno galo, descrito como «fenómeno creciente» y utilizado por el campo conservador como «delincuencia de los pobres» para conquistar y luego mantener el poder. El artículo completo es un pequeño tratado sobre cómo la «retórica del orden» ha sido capaz de empapar los discursos de la izquierda y, lo que es aún peor, ha generado una retórica belicista que cuestiona la justicia de menores, vincula la inmigración con el delito y abandona el sentido original de la palabra «protección» que aparece en la Declaración de los Derechos Humanos como «garantía contra la arbitrariedad del Estado» en el uso del monopolio de la fuerza. Todo un regalo para quienes justifican políticas autoritarias y las alientan en los parlamentos y en los púlpitos, en las redes sociales, en los medios de comunicación de masas y en los RT de quienes, con toda la buena voluntad del mundo, las expanden cuando critican a sus voceros.