Lo que escribimos en las redes sociales y las mensajerías instantáneas

Miras por las ventanitas de los móviles y etiquetas las actitudes de habitación con vistas al confinamiento entre: personas que no paran de compartir mensajes; personas que se salen de los grupos por saturación; personas que aún no acaban de entender qué son los fakes y los rebotan como si no hubiera un mañana; personas que dan por buenos los propios porque son de fuentes 100% fetén; personas que juran ante el mejor de los mejores artículos que se hayan escrito y leído sobre el asunto de marras en cuestión; personas que borran todos los mensajes, fotos y vídeos que lleven la flechita de reenviado… y así.

Alguien que espera la hora, pero en todo caso no es la nuestra

En el ‘Libro de Manuel‘ de Cortázar he encontrado la metáfora perfecta para definir con elegancia a una persona que (pon tú el calificativo, nombre y apellidos): alguien «que espera la hora».

-¿La hora de qué?

-Ah, eso…

-Tenías razón -dijo Susana-, Andrés está esperando una hora pero vaya a saber, en todo caso no es la nuestra.

O sea: «(…) es alguien que espera una hora, pero en todo caso no es la nuestra».

Evitar los renglones torcidos

La importancia de escribir a mano puede ser ninguna o toda. El 15 de febrero, desayunando en Fuentes de Andalucía, el maestro Juan Morillo me contó la mañana que llevó sus papeles clandestinos al archivo histórico de Comisiones Obreras. Cuando puso en el mostrador la caja con todo, la compañera apartó a un lado folletos, periódicos y documentos impresos («esto lo revisaremos por si nos falta algo. Si no, lo reciclamos») y los manuscritos a otro («y todo esto nos lo quedamos»).