Alma y los versos sáficos.
A las diez y veinte de la mañana recibo una foto de un recién nacido sobre su nido del hospital público: «Luis Domingo Escamilla Galán ya está en el mundo». Insinuación gráfica evidente: otro bético más. (Para no gustarme el fútbol, estoy que me salgo). La mañana vacacional transcurre tibiamente entre los hechizos de la Celestina (a través del diario de Elicia) y las canciones de Tulsa; la tarde, hasta la puesta de sol, de recorrido fotográfico y mitológico (a través de los versos sáficos de Christina Rosenvinge). Y la noche, tras la cena, con Alma Mahler y Kokoschka: «Él no te dejó vivir, yo no te dejaré morir».