Salí a buscar el rayo verde

en el horizonte troquelado de Madrid tras una jornada compartiendo reencuentros, historias comunes y nuevos caminos por recorrer. Resultó que cuatro o cinco señoras mayores pasaron por la puerta de La Nave; una preguntó qué sería aquello, otra respondió que una cosa de política y una tercera que todos los políticos son unos chorizos (confirmación del coro al unísono). En el viaje de vuelta, chocolatinas, snacks y galletitas de máquina para cenar, más cabezadas que miradas a los móviles o los libros, cansancio del sábado noche y repaso a las noticias de la prensa digital: en Diario de Sevilla, las veintitrés primeras entradas dedicadas a la semana santa (es verdad que la lluvia) y las ocho siguientes al expresidente del Betis (es cierto que el morbo). On the road terminé Socialismo de medio planeta y es tras ese the end cuando las dos citas del comienzo se clavaron en el centro de la diana, especialmente la segunda.

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Un fenómeno celeste no es tan espectacular.

Entre el cielo y el suelo

Análisis electoral: el único que ha acertado es Pablo Alborán.

VLADIMIR: ¿Qué? ¿Nos vamos?

ESTRAGON: Vamos. (No se mueven)

Aprender a esperar a Godot, en la terminología vulgar: «Hoy no, mañana». Felices en sus púlpitos, olvidan los pálpitos del 15M, aquel PPSOE no me representan; olvidamos las enseñanzas del pacto andaluz; olvidamos que los desahucios, las reformas laborales, los rescates a la banca… memoria del porvenir; olvidamos que la vieja política oficial va a ocupar más de doscientas butacas en el teatro de sombras del Congreso. Qué tiempos aquellos, parece que fue ayer porque casi fue ayer. No hay nueva mayoría: la de Tancredi, la que gana en esta lucha de clases, seguirá con sus creepers, sus endermans y sus zombies.