A las rejas de la cárcel

Cada vez que escucho una canción que me gusta, rastreo por internet sobre ella, busco si tiene algún vídeo, indago sobre quien/es la han compuesto (si es/son desconocidos/as para mí) y veo si forma parte de alguna colección, álbum... Luego, si pasa el filtro de interés, la guardo en una lista de Spotify que he llamado Cajón Desastre. Esta semana he encontrado unas cuantas. Aquí dejo algunas de ellas: recién llegadas de Asturias, Islandia, Chile y Bélgica.

Elefante o cornaca

Hago un repaso a la galería de mi móvil y me pregunto si soy el elefante de Saramago o su cornaca. En la novela, miles de millas de un viaje donde el paquidermo es la excusa argumental para mostrar la naturaleza humana. En mi caso, cuarenta pueblos visitados (asambleas, actos públicos, reuniones con alcaldes/as…), muchos de ellos más de una vez (y dos), pero muchos más pendientes, donde trazar el mapa de la provincia de Sevilla requiere, por suerte, ver a mucha militancia, mucha gente que no sale en las noticias, pero que cada día hacen su trabajo político y social, la mayoría de las veces sin remuneración, a base de pulso y ganas… y casi nunca reconocido. Ni siquiera el esfuerzo de estar todos los días en ruta es suficiente.

La música del azar

Digo que no elijo la música que escucho, sino que ella me elige a mí. De entre todo lo aparecido, de entre todo lo que me ha elegido, Sufjan Stevens y Christina Rosenvinge me han parecido lo más grande, el primero fuera y la segunda dentro de nuestras fronteras. Si tuviera que elegir la canción más emocionante del año, sería Should have know better.