La realidad no se limita a las cosas que se pueden ver
Cuando lees compulsivamente, te trasladas. Desde la azotea de casa no percibes rastro de la semana santa, ni de la campaña electoral; recoges la ropa cuando escuchas las tormentas, la gente cruza la Plaza del Arenal con paraguas colgados del brazo, las nubes negras se derraman sobre Las Portadas.