Mi vecina será viral

La vecina de la tienda de abajo me contó ayer que lleva cuatro porrazos en la furgoneta en un mes. La pobre va renqueando y dice que si se da de baja no come. Así y todo asegura que ha tenido suerte, porque sus herramientas básicas de trabajo -el vehículo con que reparte y ella misma- aún siguen en pie, a duras penas y a expensas de que no haya mal de ojos de por medio, que aunque ella no cree en esas cosas, está por poner una vela a Santa María la Blanca.

Jesús y Marx

Aunque me considero ateo practicante, me simpatizan autores como Terry Eagleton, a quien he citado en alguna ocasión (hace dos años, y veo la fotografía y el texto y parecen de hace un siglo), y que me recuerda la proclama de aquel primer disco de The Housemartins: “Take Jesus. Take Marx. Take Hope”. 

Mientras tanto 

Una vez guardé un documento en el ordenador con el nombre ”mientras_tanto.odt”. Sabía que esas dos palabras no habían surgido del azar, que no había sido una ocurrencia (mi disco duro humano no da para ocurrencias), pero tampoco acertaba a localizar qué, cuándo y dónde estaba el título original de esa expresión que evoca la modestia, la humildad ante lo que vendrá, incluso una actitud en guardia. Lo que cuento es de hace cuatro o cinco meses, al menos; hoy, el azar es primo hermano de la paciencia, he desatado el nudo.

De la tragedia una farsa

Nos engañaron con la primavera de la misma forma que con este panel del aparcamiento del Arenal: al principio, cuando lo colocaron, anunciaba “dos horas gratis”; con el paso del tiempo, se cambió a “primera hora gratis” y, finalmente, pasados los años, lo que tenemos es “Tarifas especiales”, o sea, que te cobran desde el principio.

Tempus fugit

Agosto también tiene sus rutinas: la del mes inhábil, la de los cursos de natación y las escuelas de verano, la de quienes no tienen para vacaciones porque a duras penas hay para comer. El año pasado, tal día como hoy, estaba sin trabajo, cobrando el desempleo. A esta hora en que escribo -las ocho de la tarde- anduve precisamente en este mismo lugar, sentado en el césped de la piscina municipal. Ese primer día de agosto, que recuerdo mejor que anteayer, fue muy parecido al de hoy (lo cual no es necesariamente una apreciación despectiva), pero los muebles de mi cabeza de hoy son muy diferentes de aquellos: distintas preocupaciones, perspectivas, incluso maneras de ver los entornos más inmediatos.