Cincuenta y cuatro años exactos

del Let It Be y todavía no hemos tomado (primero) Manhattan ni (después) Berlín. Los caucus de las gerontocracias en el supermartes episcopal y norteamericano se saldan con protestas y fuego amigo. En El País, Sergio del Molino define a Yolanda Díaz como «la ministra del tiempo» frente a la marquesa del tinto peleón: «Por esas rendijas de libertad horaria, los niños se crían con los abuelos o pasan 12 horas de tiempo nada libre en extraescolares, comedores y clases tempraneras». Cualquier persona proletaria lo sabe incontestable, lo ve a diario en las puertas de colegios e institutos.

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I’m guided by a signal in the heavens.

Es de esos días

en que todo amanece desordenado: ese camión varado en una calle estrecha, esos asientos salpicados que dificultan la distancia social, el luminoso del vagón del metro indicando «Próxima estación: Plaza de Cuba» al llegar a Pablo de Olavide… y esas agendas que se atropellan. Here comes the Sun en la niebla y Arsenio Escolar: «No sé por qué discutís si los dos tenéis razón en lo que decís del otro».

In your room

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