11S después del rompeolas.

50 años ya desde que «para matar al hombre que era un pueblo / tuvieron que quedarse sin el pueblo». En la víspera escuché Santiago de Chile, original de Silvio Rodríguez, en la versión que hizo Miguel Ríos. Hacía mucho que no volvía a ella; cada 11S me suele llegar con los versos «La muerte no acaba nada» y «Los mismos en Chile que en España» que escribiera Alberti y cantaba Víctor Manuel. La oscuridad de este día es aún mayor por el terremoto en Marruecos (y su rey miserable) y el terrible accidente, tan cercano, en la avenida José Luis Prats de mi pueblo. Menos mal que nos queda el amor en los tiempos del cólera, brindar con vino del Condado por las treinta horas de rompeolas en Mazagón.

La esquina rota y los gallos

El mismo día que nos deja Manolo Hernández, después del tanatorio, ya en casa, agarro la novela de Benedetti y la termino desde donde "la tristeza también es temible /…

Entre el cielo y el suelo

Análisis electoral: el único que ha acertado es Pablo Alborán.

VLADIMIR: ¿Qué? ¿Nos vamos?

ESTRAGON: Vamos. (No se mueven)

Aprender a esperar a Godot, en la terminología vulgar: «Hoy no, mañana». Felices en sus púlpitos, olvidan los pálpitos del 15M, aquel PPSOE no me representan; olvidamos las enseñanzas del pacto andaluz; olvidamos que los desahucios, las reformas laborales, los rescates a la banca… memoria del porvenir; olvidamos que la vieja política oficial va a ocupar más de doscientas butacas en el teatro de sombras del Congreso. Qué tiempos aquellos, parece que fue ayer porque casi fue ayer. No hay nueva mayoría: la de Tancredi, la que gana en esta lucha de clases, seguirá con sus creepers, sus endermans y sus zombies.