Cuaderno de agosto (6).

Deo gratia el doodle de Google me ha dado a conocer a Luisa de Medrano, que nació tal día como hoy hace 538 años.

Durante estos días de vacaciones en casa, la apacible rutina no ha entendido de días laborables o fines de semana, que vistos se han visto y reconocido por el termómetro de la calle, la plaza desde el balcón, el trasiego o el desierto a las horas frescas, que algunas ha habido tras las últimas puestas de sol. Levantarse sin mirar el reloj, desayunar sin mirar el teléfono móvil, arreglarte sin prisas o dejarlo para más tarde, leer lo que te apetezca en el orden que te apetezca (las noticias, el libro, tus apuntes diarios), arreglar la cocina escuchando música, ver películas después del almuerzo, escribir notas o salir a sitios sabiendo que seguramente están cerrados, caminar por las noches sin rumbo fijo pero sin perderse nunca, ducharte antes de acostarte, la ventana abierta y la cama como la dejaste al despertar.

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Cuaderno de agosto (5)

Hoy me he metido a releer ‘Neofascismo. La bestia neoliberal’, ensayo coral dirigido por Adoración Guamán, Alfons Aragoneses y Sebastián Martín, prologado por el gran Isaac Rosa y presentado en Sevilla por, además, mi querido amigo Francisco Sierra (que participa en la obra con el análisis titulado ‘Neofascismo y Comunicación’), una magnífica tarde de conversaciones, allá por septiembre del 2019, en el Espacio La Barqueta.

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La mano invisible: Arte y Parte

El arte como actitud. Cuando hablo de generar redes, no sólo me refiero al activismo de la calle, ni a ir a todas las manifestaciones, ni a defender todas las causas difíciles. La respuesta social es un collage donde unas personas están en las mareas, otras en los tajos, algunas parando desahucios y las más educando, haciendo pedagogía en valores humanos y generando un futuro distinto desde el ámbito familiar.

Esa composición se teje también con libros, películas, canciones y exposiciones plásticas, lo mismo que dando clases en el colegio o repartiendo folletos en la plaza de abastos del pueblo. Incluso en las instituciones: no estando en venta tu conciencia, sabiendo a quién defiendes y por qué.

Esa actitud existe, sólo hay que tenerla y sumarla. La he encontrado en La mano invisible, película cooperativa dirigida por David Macián, basada en la novela homónima de Isaac Rosa. El séptimo arte provocando e invocando a la conciencia de clase donde más falta hace: convirtiendo el trabajo en un espectáculo, empujando al abismo a una limpiadora, un albañil, un mecánico, una costurera, un camarero, una montadora de piezas, un mozo de almacén o una teleoperadora, avocando a decidir entre ser peones de ajedrez o romper el tablero.

La película sólo ha tenido dos pases en Sevilla. Por suerte, en el segundo (que ha sido este jueves) ha estado el director, con quien hemos podido echar un rato de conversación al final. Él también es parte de nuestra red.

La mano invisible

Rubén Lardín (eldiario.es): Un albañil construye muros que luego derrumba, un mecánico monta y desmonta un automóvil, un mozo de almacén desplaza bultos sin utilidad aparente, una teleoperadora realiza encuestas acerca de la consideración del propio trabajo… Once individuos han sido seleccionados para realizar cada uno una tarea o más bien su parodia, pero la singularidad no termina ahí: su labor, que desempeñarán todos los días simultáneamente en el espacio diáfano de una nave industrial, contará con la presencia de un público que concurrirá a verlos trabajar, jaleando, aplaudiendo o abucheando sus procedimientos como en cualquier espectáculo deportivo.

Este viernes se estrena La mano invisible, una película cooperativa.