Descanso dominical y lunes

más o menos, el gran hermano me devuelve fotos taldíacomo de los últimos años, muchas banderas tricolor, casi siempre calor, algunas presencias que echar de menos. Desayuno en Living Book y recogida de avales para Antonio Maíllo. En una mesa cercana alguien comenta: «Esa persona le parece turbia porque le pone delante del espejo».

On the turn of a friendly card.

Las amistad visibles.

Por algún disloque mental piensas en manos frías cuando vas a buscar el regalo de tu amiga invisible, igual que pones a Henry Mancini para las tareas domésticas o tu duermevela se despacha con una canción de Silvio Rodríguez («iba matando canallas con su cañón de futuro»).

Luna de agosto

Cause in my dreams the things
I’m wishing for
Keep coming true

Cada agosto de cada año vuelvo a aquella preciosa canción que Radio Futura dedicó a la madre y señora del mosto morado, que nadie puede probar. Creo que la última vez que bebí buen vino fue cuando Paqui y Ana se llevaron de casa dos de las mejores botellas al tanatorio para brindar por Carlos, tal vez el más bonito homenaje que se le pudo hacer para su despedida material de este mundo, que no de su memoria, que nunca se me escapa, ni desfallece, que me permanece insomne. Lo recordé entonces con una sencilla canción de Moustaki que habla de evitar ése día la tristeza, de comer y beber y tocar la guitarra y hacer el amor.