Bibliomancia

Leyendo 'La formación de la clase obrera en Inglaterra', obra maestra del maestro E. P. Thomson, encuentro esta maravillosa palabra: Cualquier suceso dramático, como el terremoto de Lisboa de 1755 daba lugar a expectativas apocalípticas. Ciertamente, existía una inestabilidad milenarista en el corazón del propio metodismo. Wesley era sumamente crédulo acerca de brujas, posesión satánica y bibliomancia (búsqueda de consejo en los textos hallados abriendo la Biblia al azar), a veces expresaba presentimientos referidos a la inminencia del Día del Juicio.

La escalera sin fin

Roger Penrose dibujó la escalera imposible en 1958, en realidad un efecto visual que conocemos del famoso cuadro ‘Ascendiendo y Descendiendo’, de Escher. Veo esta (sencilla pero inteligente) animación de Kris Stanton, titulada ‘Penrose’, y pienso en las olas de Covid-19 que llevamos recorridas como sociedad de consumo, sabiendo que bajamos y subimos sin apartarnos del camino, sin dejar de tropezar en la misma piedra de ayer.

Videojuegos, aerófonos, E. P. Thompson y chándal

Autoconfinado por precaución: no puedo asistir a la concentración en Sevilla para exigir paz y justicia para el Pueblo Saharaui. Desayuno intercambiando identidades históricas con mi hijo: yo veo el vídeo que acaba de subir jugando al desorbitante Geometry Dash y él me pregunta qué sonido es ese que se oye de la calle (el silbato, chifle/chifro, flauta de pan, aerófono… de un afilador). (¿Alguien de Dos Hermanas recuerda cómo le decíamos aquí?).

Un transporte ferroviario público, social e integrador en la provincia de Sevilla

En los últimos 30 años, los sucesivos gobiernos de nuestro país han venido apostando desaforadamente por los trenes de Alta Velocidad a costa del desmantelamiento o los recortes en los demás servicios ferroviarios: los trenes regionales, las infraestructuras (un factor determinante para propiciar la España vaciada) y nuevos núcleos de trenes de cercanías. Eso ha provocado la proliferación de plataformas en muchos pueblos donde se han reducido o perdido líneas, o sus vecinas y vecinos exigen un transporte digno para esa inmensa mayoría social que va a estudiar, a trabajar, que acude al centro hospitalario de referencia, normalmente en la capital de provincia.

Las carencias del Hospital del Aljarafe

A diferencia de otras comarcas de la provincia, el Hospital San Juan de Dios del Aljarafe no es público, sino que está gestionado por un consorcio donde participan la Junta de Andalucía y la orden religiosa que le da nombre. Esta orden religiosa construyó el edificio (en un suelo cedido gratis por el ex alcalde de Bormujos, Baldomero Gaviño) y recibe de las arcas públicas un canon de 1,8 millones de euros en concepto de alquiler (es decir, 30,6 millones de euros en los 17 años que lleva funcionando). Los más de 300.000 ciudadanos y ciudadanas de casi 30 municipios del Aljarafe reciben allí la atención sanitaria de una plantilla compuesta por 900 trabajadores y trabajadoras (un 25% menos de lo que le correspondería por su tamaño y características). El presupuesto de este hospital es de 64,5 millones de euros, más o menos el mismo que cuando la población que atendía era, al menos, un tercio inferior que ahora.