Hitos, logros, esfuerzos y conmemoraciones de la semana, en nuestro país y en nuestros pueblos

El domingo pasado comenté que el trabajo militante es una suma de voluntades que cada cual pone en valor según el lugar en que se encuentra; que el esfuerzo de una persona que se vuelca en echar una mano a alguien que lo necesite en su pueblo, en parar un desahucio poniéndose delante de la puerta de la vivienda o recogiendo alimentos para los campamentos de Huelva, por poner ejemplos sencillos, es el esfuerzo militante que cabe realizar y le toca, y tiene tanto valor militante como la ministra que se deja la piel para que los EREs los perciban trabajadores y trabajadoras para no quedarse sin recursos, sin vivienda o sin alimentos. Una y otra son necesarias, una y otra son eslabones de la misma cadena, el mismo objetivo. Al menos, así lo aprendí yo de mis maestros/as comunistas.

Tertulias, corridas, donación de sangre y política municipal

Cuando empezó el confinamiento decidí pausar una costumbre nunca interrumpida desde que estaba en el instituto: dejar de escuchar las tertulias de RNE en beneficio de mi salud mental. Hoy he vuelto a sintonizar ‘Las mañanas…’ y las primeras palabras de Carmen Remírez de Ganuza ratificaron mi acierto.

Cultura, comunicación, entuertos deshechos y agua pública

Que he debido sumar unos kilos en estos meses de encierro lo confirma una vecina de mi suegra: «Veo a Manolo muy repuesto». Más arte no puede tener la expresión. Hoy he desayunado con un maravilloso y sugerente artículo de Paula Velasco en LaU, ‘La cultura de los invisibles’, tan lleno de matices como de sugerencias para un debate sobre la posibilidad que nos ofrece la nueva normalidad «de ir más allá de lo evidente y empezar a cuestionarnos elementos que, imbuidos en el ritmo vertiginoso de la vieja normalidad, eran incuestionables».

La necesidad de dar a conocer el trabajo militante: todavía más

De estas semanas que hemos mantenido los primeros encuentros comarcales de IU en la provincia de Sevilla se pueden extraer muchas conclusiones, pero hay una fundamental: sin el trabajo de nuestra militancia durante los azotes más duros de la pandemia, gobernando en alcaldías o desde la oposición municipal, a título colectivo o individual, institucional o activista, en primera fila o en la retaguardia de las intendencias, las cosas habrían ido peor y mucha más gente, vecinas y vecinos, habría sufrido más.