Nadie mejor que Manu Pineda

para contarte lo que pasa en Gaza. Nadie como él, que vivió allí tres años, para enterrar las mentiras sionistas con la realidad de familias enteras asesinadas a las que Manu pone nombres y apellidos y rostros y vivencias. No conocerás a un/a eurodiputado/a con más capacidad para mostrar la verdad y amontonar las vergüenzas de Europa como se amontonan los cadáveres de niños prematuros en el patio interior del hospital de Al Shifa.

El nuevo capitalismo de adolescentes

tiktokers en Coachella es, en verdad, el capitalismo de siempre (no de adolescentes, no generacional), otrosí del postureo en el Maestranza, uy lo que ha dicho. Puestos a retorcer, su versión más chabacana es la #papagorda. Leyendo las noticias me acuerdo de mi camarada Hamid, personaje anónimo en Persépolis, enemigo comunista en su patria, apátrida iraní en Occidente, donde todo lo ajeno se opina al boleón.

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Descanso dominical y lunes

más o menos, el gran hermano me devuelve fotos taldíacomo de los últimos años, muchas banderas tricolor, casi siempre calor, algunas presencias que echar de menos. Desayuno en Living Book y recogida de avales para Antonio Maíllo. En una mesa cercana alguien comenta: «Esa persona le parece turbia porque le pone delante del espejo».

On the turn of a friendly card.

El privilegio de estar bien acompañado.

A las diez y media de la mañana aún no ha empezado la feria y el metro ya es el primer callejón del infierno. Camino al ralentí entre el aluvión, diez minutos hasta la PCEra bordeando el Parque de los Príncipes. En algunos balcones hay pancartas con mensajes folclóricos, del tipo "En Sevilla hay que morir" o "Mírala cara a cara" y también una bandera del Athletic. No soy feriante, pero hoy es un día especial, único en diez mil millones de años.

Pertenezco a ese ramalazo generacional

que, como Antonio Luque, observamos con cariño las viejas fotos de la primera comunión, pero decidimos que nuestros hijos crecerían moritos. Las mías (mis fotos), una en color de Estudio Alba y otra cutre en blanco y negro rotísimos, con tres amigos del alma, en medio del albero donde se cortaban las avenidas Reyes Católicos y Los Pirralos, entonces Cardenal Cisneros. Gracias a los abuelos comunistas, el asfaltado, las aceras y el agua potable llegaron años más tarde a esos barrios humildes de Dos Hermanas. Hoy sería un troleo peatonal marcarse un selfie en ese mismo cruce.