Distopía laboral
Cuando Julia Roberts le pregunta a Richard Gere a qué se dedica, éste le responde algo así como: «Compro empresas en crisis, las troceo, las vendo y me quedo con las ganancias». Además de blanquear la prostitución, ‘Pretty Woman’ muestra la cara bonita de una práctica habitual del mundo empresarial y de las finanzas, nefasta para la clase obrera, que hoy en día está a la orden del ídem. Y no hace falta irse a los USA para buscar un ejemplo: en Dos Hermanas, la empresa familiar Pansur, originariamente propiedad de una saga sevillana de panaderos (los hermanos Pineda Rivera), cayó en manos de un fondo norteamericano (Sandton Capital Partners), asesorado por el inversor inmobiliario y logístico (Savills Aguirre Newman), comprada por la compañía europea Mileaway, lanzada por el neoyorkino Blackstone, y ha acabado vendida a Lorenzo Arístides Pérez Guerra, letrado canario especializado «en comprar empresas que están pasándolo mal para darles valor, mi profesión me ha enseñado hacerlo», porque «los fondos de inversión ponen dinero pero no son buenos gestores».