El nuevo capitalismo de adolescentes

tiktokers en Coachella es, en verdad, el capitalismo de siempre (no de adolescentes, no generacional), otrosí del postureo en el Maestranza, uy lo que ha dicho. Puestos a retorcer, su versión más chabacana es la #papagorda. Leyendo las noticias me acuerdo de mi camarada Hamid, personaje anónimo en Persépolis, enemigo comunista en su patria, apátrida iraní en Occidente, donde todo lo ajeno se opina al boleón.

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Las ratas meriendan marihuana

en una comisaría de Nueva Orleans y un enjambre de abejas invaden la pista de tenis de Indian Wells el día en que Antonio Luque repasa vida y milagros de sus compañeras y compañeros de comunión. Lo natural y lo sobrenatural se funden en el panel de votación de la ley de amnistía en el Congreso, ahora la distopía de dos meses en el Senado y luego Puigdemont en maletero del coche o en olor de multinacionales (las multitudes no, el tiempo pondrá cada cosa en su lugar) a deshojar la margarita donde ocupar su escaño. En ocasiones se puede deconstruir la sintaxis y el viernes se entiende igual, en el vagón de metro se anuncia Pablo de Olavide cuando llegamos a Prado de San Sebastián.

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Rendez-nous la lumiére, rendez-nous la beauté.