En marzo de 1933, tras la publicación del estado de salud de Gramsci, la presión internacional obligó al gobierno fascista italiano a trasladarlo desde la cárcel de Turi a una clínica. Parece que su fragilidad física era tal que afectaba a su cerebro.

Por aquellas fechas, aunque seguía escribiendo sus famosos Cuadernos, no fueron pocas las veces en que sus camaradas de presidio sufrieron sus crisis: 

“A menudo Gramsci estaba nervioso, irascible, incluso a veces descortés, y esto ocurría cuando no había dormido por la noche”.

El entrecomillado es de uno de aquellos camaradas del Partido Comunista Italiano, que publicó sus memorias sobre entonces a mediados de los sesenta, en la revista política cultural Rinascita, fundada por Togliatti (sucesor de Gramsci en la secretaría general del Partido). El autor, que publicó la década pasada una autobiografía titulada orgullosamente Yo, comunista, se llamaba Giovanni Lay, verdadero padre de la República Italiana antifascista que estuvo con Berlinguer y que seguramente fue tan pariente mío como Cristian Lay o los de las patatas. Eso sí: ya tengo un motivo potente para hacer proselitismo con mi apellido.

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AgitPop

Una guía imprescindible para quienes seguimos empeñados en hacer de la importancia de la memoria democrática una realidad cotidiana.

Reseña de Mauricio Valiente.

La música del azar de este 2025, que me acompaña en el día a día, en casa, en el tren o en la carretera. Cada vez que algo nuevo me gusta, lo añado. Tal vez no encuentres una lista de grandes éxitos, pero no soy yo quien decide: son ellas, las canciones, quienes me eligen a mí.

Cancionero 2025 en Spotify.

No he visto Oppenheimer y creo que tampoco Interstellar, pero me ha gustado bastante el debut en guión y dirección (1998) de Christopher Nolan, titulado Following, «rodado en blanco y negro y en 16 mm, durante los fines de semana y con un presupuesto de 6.000 libras», según Filmin.

Reseña en Wikipedia.