Desplegando velas
23F, el golpe fracasó pero sus ideas ocupan demasiados escaños en el Congreso (y en la presidencia de la Comunidad de Madrid). La Razón califica al emérito de «arquitecto de la democracia», una des(facha)tez insoportable que actualiza aquella afirmación de Goya sobre el sueño y los monstruos, que pone muy cuesta arriba el optimismo de la voluntad gramsciano, por mucho que dentro de cien años todos calvos y veintiuno después sin brecha salarial, que para eso tenemos un sistema masculinista con ley sálica y sede en el gobierno de los jueces.