La generosidad

Lo más emocionante de esta mañana en la concentración del Parlamento ha llegado cuando una mujer se acercó a abrazar a Antonio Maíllo con lágrimas en los ojos. «Llevaba mucho tiempo deseando verte para abrazarte», le dijo. No sé si él, entre el barullo de gente a su alrededor, se dio cuenta. Ella me contó luego que había perdido a su hijo de 30 años por un cáncer de estómago que no pudo atajarse a tiempo.

Bisutería

Sin solución de continuidad, asumido que los fines de semana son para formarse. El domingo en Madrid, jornada relámpago para aprender sobre democracia participativa interna y trasladar a cada rincón de nuestras asambleas la campaña «Que no nos jodan la vida».

El lunes estuvimos con el compañero y amigo Lolo Silva en Mairena del Alcor, en una charla-debate sobre pobreza energética. Creo que Lolo, que es un experto en las causas y sus soluciones, dejó claro que sí se pueden hacer cosas, que los ayuntamientos no se pueden resguardar bajo el paraguas de las leyes estatales, que la Junta de Andalucía no puede mirar para otro lado, que el gobierno de Rajoy (y los anteriores del PSOE) tiene a demasiada gente suya pensando en jubilarse en un consejo de administración de alguna de las compañías eléctricas.

Entre el caos y la belleza

El martes volvimos a coincidir con las trabajadoras (y algunos trabajadores) de los comedores de colegios, hospitales, centros públicos administrativos, etc. Esta vez, la voz de este colectivo se trasladó a la puerta del Parlamento de Andalucía, donde estuvimos María Izquierdo, José Antonio Mesa y un servidor; más tarde bajó Elena Cortés (aprovechando el final de una comisión) y llegó Fran Martínez.

Sólo han pasado un par de días entre la visita de Miguel Ángel Bustamante a Lora del Río y la iniciativa que ha registrado en el Congreso sobre el asunto que lo llevó allí. La reacción del gobierno local ha sido inmediata, enviando notas de prensa diciendo que el que no corre, vuela. Muy del estilo bipartidista, ya sabemos, pero lo importante era provocar esa reacción y, en ese sentido, misión medio cumplida (esperamos acontecimientos).

La permanencia

Un montón de cosas dejadas atrás, pero sin irse. No puede irse, porque en 80 años no se ha ido, la celebración de la Desbandá, donde estuvieron compañeras y compañeros de IU el pasado fin de semana, ni tampoco las sesiones de la Escuela de Invierno que ha habido en Rivas Vaciamadrid, ni la Jornada Diamantino García que se celebró en Osuna sobre educación.

Ayer, mis compañeros José Antonio Mesa y Miguel Ángel Bustamante hicieron doblete: en Lora del Río, primero, con representantes de la Plataforma Pro-Paso A Nivel de Hytasa; y luego anduvieron en un acto multitudinario en Peñaflor, con su/nuestro alcalde y otros representantes políticos y sindicales (Libertad, Fidel, Óscar…). Mientras tanto, yo estuve en la asamblea de Marea Blanca en Sevilla, que además de color, ha cogido forma.

Vidas cruzadas

Lo que me gustaría es hacer como en esas películas corales que cuentan vidas paralelas de muchas personas que tienen algún tipo de nexo. Por ejemplo, contando que, a las 10 de la mañana, mientras yo subo en ascensor a la planta 4 de la sede de CCOO para verme con Carmen Ortiz y Carlos Aristu, algún compañero o alguna compañera de Bollullos de la Mitación está echando un vistazo a la sala de Casa de la Cultura donde, a las 6 de la tarde, la gente de la PAH de Coria hablaría de las cláusulas suelo en las hipotecas y, por seguir trasladando la cámara, un minuto más tarde estarían Fran García, Paqui López y Marisol llevando los alimentos recogidos por IU Dos Hermanas a la nave de la Asociación de Amistad con el Pueblo Sáharaui, justo en ese instante en que Manuel Martín abría la puerta del conservatorio de Osuna, donde Fahmi y Rami Alqhai darían el concierto por la tarde. Y Juan Morillo, en la sede, estaría poniendo sobre mi mesa una carpeta con documentación de la VI Semana Republicana, mientras… y así repasando lo cotidiano, ventana indiscreta o…

Distopía

Nos pasamos el día combatiendo la palabreja de moda (o al menos todos los días la mencionan en el programa El Ojo Crítico). A veces se consiguen avances, como cuando dos centenares de trabajadoras de los comedores escolares tuercen el brazo a la Junta de Andalucía y a los molinos de viento.

Son pequeños logros que rompen con la dinámica de la ‘utopía negativa’, la sociedad indeseable. El gran logro sería, al menos en mi opinión, que las personas que trabajan en esos mil comedores de escuelas públicas no dependan del concepto de negocio, sino de esos otros factores que nunca computan en el PIB: la calidad de los menús que comen niñas y niños, la garantía para sus madres y padres de que están en buenas manos y la seguridad de los derechos laborales de quienes trabajan allí.