Voluntad

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Te subes a un tren en marcha sabiendo que no puede parar, que no hay tiempo para quedarte mirando el camino iluminado por la popa, dejado atr谩s, salvo para tomar impulso.

Pero tienes suerte, qu茅 narices. Tienes suerte de contar con gente que no son extra帽os en un tren, que llegas por la ma帽ana a la sede y te topas con la generosa sonrisa de Chary, trabajadora orquesta donde las haya.

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Tienes suerte de que te llamen, te cuenten, te pidan consejo, te llenen la agenda, personas que no conoces, clase turista que viaja en tu mismo vag贸n, que volviendo a hacer el camino viejo aprenden el nuevo. Gente como los compa帽eros y compa帽eras de San Juan de Aznalfarache, de cuya hospitalidad he recibido hoy buena nota, pese a las dificultades y las dudas, con el horizonte n铆tido y la conciencia militante ya demostrada mil veces.

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El 茅xito sigue siendo la militancia, esa que nunca desfallece, modesta pero inasequible al desaliento. En todas partes cuecen habas, pero qu茅 narices, no hay mayor fuerza que la voluntad, y de esa tenemos para parar un tren.

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