Mis encuentros con Julio Anguita

Julio Anguita y Manuel Benítez Rufo en 1994. Yo aún no los conocía.

Debía ser una madrugada de un fin de semana del verano de 1999, en Córdoba. Íbamos de vuelta al hotel y no teníamos claro el camino (entonces ni google maps ni nada); las calles estaban prácticamente desiertas y solo se veía a un par de viandantes acercándose despacio, charlando. Decidimos preguntarles. «No tiene pérdida, van ustedes bien, sigan todo recto y lo verán a unos 500 metros a la izquierda», nos dijo uno de ellos. Era Julio Anguita. Ese fue el primero, fugaz, como la mayoría. El segundo solo se hizo esperar unos días.