La Columna Minera de Huelva llegó a Sevilla el 19 de julio de 1936 para ayudar a la resistencia contra el golpe militar. Fue organizada por encargo del Ministerio de Gobernación republicano al gobernador civil de Huelva. El telegrama enviado decía textualmente: “le recomiendo movilice a todas las poblaciones mineras para aniquilar a esas bandas de terroristas…”.
Estaba formada por entre 300 y 500 hombres leales y combativos, muchos de ellos mineros expertos en explosivos, y al mando venían los diputados republicanos Cordero Bel y Gutiérrez Prieto, así como el presidente del Sindicato Minero de UGT, Rafael Jurado. Frente a la propaganda fascista, que los describió como forajidos que venían a destruir Sevilla, esta columna fue organizada desde el gobierno legítimo. Puede considerarse precursora de las futuras unidades del Ejército Popular de la República.
En paralelo, se organizó el envío de una fuerza militar compuesta por guardias civiles y de asalto al mando del comandante Haro Lumbreras que debía coordinarse con la columna.
La traición de Haro Lumbreras.
La Columna Minera pudo haber cambiado el curso de la historia de España de haber triunfado y haber parado el golpe en Sevilla, pero no pudo ser porque Haro Lumbreras los traicionó.
Llegó antes a Sevilla, cruzó las líneas de Triana y se unió a los golpistas de Queipo de Llano.
Así, el 19 de julio, al descender los vehículos por La Pañoleta, la columna minera fue emboscada. El fuego alcanzó un camión cargado de dinamita, causando una gran explosión y la muerte de unos 25 hombres y 68 fueron apresados.
Posteriormente fueron sometidos a un consejo de guerra sumarísimo, sin garantías, acusados de rebelión… cuando los rebeldes eran quienes los juzgaban. Sesenta y siete fueron condenados a muerte, menos uno que logró hacerse pasar por menor de edad y fue condenado a una pena de reclusión.
Cabo Carvoeiro y Pico Reja.
Tras permanecer en condiciones infrahumanas en las bodegas del buque Cabo Carvoeiro, anclado en el Guadalquivir, fueron asesinados casi mes y medio después, el 31 de agosto, Cuarenta días de tortura calculada en el barco prisión.
Dividieron los fusilamientos en seis grupos por diferentes lugares de la ciudad de Sevilla, para que sirviera como escarmiento público. Sus cuerpos fueron arrojados a la fosa común Pico Reja del cementerio sevillano.