El homenaje a las víctimas del franquismo en Albaida del Aljarafe se celebró el pasado miércoles en el salón de plenos del ayuntamiento. Hasta allí nos desplazamos una representación memorialista de IU Sevilla, formada por Ana Sánchez, Antonio Vázquez, Miguel Guerrero, Juan Morillo, un servidor y José María Calado, invitado expresamente por la Asociación local en su calidad de Delegado municipal de Memoria Histórica y Democrática de Espartinas. Tampoco faltó nuestro portavoz en Olivares, José Antonio Diáñez.
Fue un acto sencillo, e imprescindible, donde se relató someramente qué sucedió allí (literalmente: lo primero que usurparon los sublevados fue el lugar institucional en el que nos encontrábamos) en los trágicos días del golpe de estado de hace 89 años.
Por su parte, el profe Calado informó sobre los trabajos de exhumación realizados recientemente en su pueblo y lo que aún queda por hacer.
Y, tras las intervenciones, las personas allí presente ofrendaron, ante la bandera tricolor, un clavel rojo por cada uno de los 13 ciudadanos albaidejos asesinados por los golpistas en los primeros días de agosto del 36. Se leyeron expresamente sus nombres y apellidos, calle y número donde vivíeron, los nombres de sus progenitores y, también, dónde fueron ejecutados: la mayoría en la carretera Sanlúcar-Aznalcóllar, o en el término municipal de Espartinas; uno de ellos, Gumersindo Cabezón Villar, ejercía de secretario en el ayuntamiento de Los Palacios y lo fusilaron en Dos Hermanas el 1 de agosto del 36.
En el libro La represión franquista en el occidente sevillano (1936-1950): 20 pueblos bajo el terror, de José Carlos Martínez Gálvez, se cuenta que «En primer lugar se ocupó el Ayuntamiento, posteriormente se incautaron de los centros socialistas y comunistas y en tercer lugar se aseguraron, lo que era la cuestión esencial en aquellos primeros momentos, las comunicaciones con la capital». A partir de ese momento, las detenciones de los concejales del Frente Popular, de vecinas y vecinos señalados, las sacas y los fusilamientos.
Unos de mis primeros pasos de aprendiz en memoria democrática fue precisamente en Albaida del Aljarafe, donde los compañeros Fidel y Clemente me regalaron el libro de José María García Márquez dedicado a la represión en su pueblo. De eso hará casi diez años, y ya entonces ellos llevaban a cuestas su lucha desde mucho más atrás. Muchas gracias por seguir en la brecha.