Extractando «Dígaselo con Marx»

En esta España que bosteza, cómodamente instalada en la modorra del miedo a pensar y a enfrentarse a la realidad de ahora y, sobre todo, de lo que va a llegar (jóvenes, pensionistas, enfermos, desahuciados, precarios), Carlos Marx sería un tipo bastante incómodo, incluso para los que dicen hablar en su nombre.

Gramsci, al hablar de la hegemonía capitalista como conjunción de la dominación y el consenso social de sus valores, estaba señalando algo que todavía no hemos asumido: el movimiento revolucionario si no posee valores e ideas alternativas termi a siendo dominado por los valores del adversario, el capitalismo. Por eso ocurre lo que estamos padeciendo. En el trabajo se es luchador, en la casa machista, en la calle se es consumista, seguidor de la cultura de la enajenación y a la hora de votar políticamente correcto o partidario del llamado voto útil. Un disociación de la personalidad que conlleva situaciones de permanente esquizofrenia.

La filosofía es simultáneamente conocimiento y acción consecuente para superar una realidad no conforme con con la visión de la centralidad humana en toda su dimensión. (…) Es decir la filosofía no es solamente la asunción del saber liberador sino también la acción consecuente para cambiar una realidad que hace imposible la realización del ser humano no sólo como individuo sino tambien como especie.

Marx el incómodo, Julio Anguita.

«Si Keynes ha muerto, quizás Marx haya resucitado». Juan Francisco Martín Seco.

 

Los aumentos de producción que consiguen las máquinas pueden ser fuente de miseria, dolor y una moderna esclavitud, o pueden liberar al hombre de la opresión del trabajo penoso.

Un buen día le escribí a Paul (Lafargue, yerno de Marx y autor de El derecho a la pereza) sobre los nuevos especímenes humanos que se van incorporando, en Alemania y en toda Europa, a la socialdemocracia: «Estos señores practican todos el marxismo, pero de la especie que se conoce en Francia y del que Marx decía: «Todo lo que sé es que no soy Marxista». Y probablemente diria de estos señores lo que Heine decia de sus imitadores: «Sembré dragones y coseché pulgas».

Francisco Javier López Martín.

Poema juvenil de Marx: «Por tanto, arriesguemos todo, jamás descansemos, jamás cansados, / ni en el lúgubre silencio, yacer/ sin acción o anhelo./ Ni en vacilante introspección,/ inclinado bajo una cadena de dolor,/ pues, la esperanza, el sueño y la acción/ insatisfechos en nosotros permanecerían».

Engels lo había dejado claro en una carta a Sombart en 1895: «toda la concepción de Marx no es una doctrina, sino un método. No ofrece dogmas hechos, sino puntos de partida para la ulterior investigación, y el método para dicha investigación.

Xabier Arrizabalo Montoro.

Para los nuevos esclavos de la época de la economía global (que, según estadísticas recientes, andarán rondando los cien millones), para los proletarios que están obligados a ver el mundo desde abajo (un tercio de la humanidad) y para otros cuantos millones de personas sensibles que, sin ser pobres o proletarios  han decidido mirar el mundo con los ojos de estos otros (y sufrirlo con ellos), el viejo Marx todavía tiene cosas que decir.

Marx dijo que la obnubilación de la conciencia y la extensión de las alineaciones producen la cristalización repetitiva de las formas ideológicas de la cultura, en particular de dos de sus formas: la legitimación positivista y acrítica de lo existente y la añoranza romántica y religiosa. (…)

Marx dijo que para acabar con esa noria exasperante de las formas ideológicas, repetitivas y alienante de la cultura burguesa hacían falta una revolución y otra cultura. No lo dijo ni por amor a la violencia ni por desprecio de la alta cultura burguesa, sino con la convicción propia del historiador, a saber: que los de arriba no ceden graciosamente los privilegios alcanzados; y con el convencimiento, además, de que los de abajo también tienen derecho a la cultura.

No cabe duda de que (…) en su nombre se han hecho muchas barbaridades. Pero lo que hicieron otros en su nombre es cosa de esos otros. (…) La pregunta podría ser esta: ¿hemos producido, mientras tanto, algo que dé más esperanza a los que no tienen nada?

Francisco Fernández Buey, maestro. El texto íntegro, sin desperdicio ninguno, lo tienes aquí.

Es un error -tan repetido- leer a Marx como se leería a Nostradamus. Un filósofo venezolano, Ludovico Silva, decía que si los loros fueran marxistas serían marxistas ortodoxos.

Marx hoy andaría estudiando Big Data y economía financiera, le dedicaría tiempo a la robotización de la economía, manejaría una idea clara sobre el papel de los partidos políticos y los movimientos sociales, tendría cuenta en Facebook, Twitter e Instagram, vería con absoluta claridad que uno de los principales problemas del capitalismo es el cambio climático, y seguiría entendiendo que una sociedad organizada sobre la búsqueda del beneficio bajo las reglas del mercado, es contraria a la emancipación del ser humano.

Juan Carlos Monedero.

«Marx asumió que la praxis sin teoría era ciega, pero defendió también que la teoría sin praxis estaba vacía». José Luis Izquieta Etulain.

 

«A propósito de la crisis ecológica que nos aqueja, se ha podido decir que el final de ésta resulta ya más próximo y predecible que el del sistema económico- el capitalismo- que continúa diciendo su destino.

Jesús Gago.

El 8 de marzo de 2018 no es uno más en España. La convocatoria de una huelga feminista estudiantil, de empleo, de cuidados y de consumo, por asambleas representativas, si no de toda la diversidad del movimiento feminista, sí del sector más joven y que ha desplegado las mayores movilizaciones de su historia.

La osadía de la convocatoria ha sorprendido a los sindicatos, por lo que se ha convocado, por quién, a quiénes y para qué.

Begoña San José.

Se plantea ya la destrucción y vulneración de toda forma de organización política, el Estado incluido, para reemplazar definitivamente a la sociedad por el mercado, un mercado de intercambios desiguales, falso pues. Donald Trump sería la expresión actual de tal intento del capital financiero por acabar con la política.

Rafael Fraguas.

«El tiempo no es sino el espacio entre nuestros recuerdos». Javier García Cellino.

El capital recorre el mundo buscando nuevas aplicaciones útiles para las cosas que existen, que es una idea del Manifiesto Comunista, una de las primeras intuiciones geniales de Marx: cómo el capitalismo crea su demanda, es decir, la demanda no está ahí y el capitalismo es una forma más eficiente de atenderla, sino que el capitalismo la crea, y cada vez lo vemos más en nuestra vida, con la innovación de productos y de mercados.

Javier Navascués, entrevistado por José Manuel Mariscal.

Muy tempranamente percibió la naturaleza clasista de la legislación y de los debates mismos de la Dieta. Sus articulos al respecto en la Rheinische Zeitung pintan plásticamente no sólo las actitudes de los oradores de los estamento noble y burgués, sino también la naturaleza de clase del Estado, cuya legislación y cuya acción administrativa tienden a convertir el poder social en guarda jurado de los intereses de los propietarios.

Salvador López Arnal.

Marx solía tener en su mesilla de noche un ejemplar de Prometeo encadenado de Esquilo (en griego), y Don Quijote de la Mancha, de Cervantes (posiblemente en español porque sabía seis idiomas).

Luis Arimany de Pablos.

Recuerdo aquella frase del Quijote que decía «cambiar el mundo, amigo Sancho, no es utopía ni locura, sino justicia». César Sánchez Seseña.

Coordinador de Izquierda Unida Sevilla.