Entre algodones e hilanderos

Da gusto empezar el día abriendo la ventana al amanecer en la plaza mientras suena ‘Back to Oz’; sabes que esa sensación te acompañará toda la jornada, en la oficina de la mañana, en la carretera camino de Lebrija, de ida y vuelta (en estas fechas un sendero de hileras de algodón derramado), aunque no suene la canción o estés hablando por teléfono, siempre ahí, en segundo plano.

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Hoy viernes, la Marcha por la Sanidad organizada por IU en la Comarca de la Vega ha salido a las 8 de la mañana desde Alcolea del Río con destino al centro de salud de Tocina. Es realmente sorprendente la acogida que está teniendo esta movilización a su paso por todos los pueblos de su recorrido, y el extraordinario trabajo militante de nuestra gente, día a día.

Escuchando las frases de Vargas Llosa en la tourné del PP me he acordado del «oficial hilandero de algodón» al que alude E. P. Thompson en ‘La formación de la clase obrera en Inglaterra’:

Apenas es posible escribir la historia de la agitación popular durante esos años (mediados del siglo XIX en Inglaterra), a no ser que hagamos al menos el esfuerzo imaginativo de entender cómo interpretaba la realidad un hombre como el «Oficial Hilandero de Algodón». Él hablaba de los «patronos», no como un agregado de individuos, sino como una clase. Como clase, «ellos» le denegaban sus derechos políticos. Si había una recesión comercial, «ellos» recortaban sus salarios. Si el comercio mejoraba, tenía que luchar contra «ellos y su Estado para obtener cualquier porción de la mejora. Si la comida era abundante, «ellos» sacaban beneficio. Si era escasa, algunos de «ellos» sacaban más beneficio. «Ellos» conspiraban, no sobre este o aquel hecho aislado, sino sobre la relación esencial de explotación, dentro de la cual todos los hechos tenían validez. Verdaderamente había fluctuaciones de mercado, malas cosechas y todo lo demás; pero mientras que la experiencia de la explotación intensificada era constante, las causas de las penurias eran variables. Éstas afectaban a la población obrera, no de forma directa, sino a través de la refracción de un sistema particular de propiedad y poder que distribuía las ganancias y las pérdidas con una gran parcialidad.