El objeto de la civilización

Primer día de vacaciones en casa (pero de guardia). Intento desayunar leyendo la prensa digital. En ocasiones, imposible: las webs de algunos diarios son paquetes de galletas, ya no queda espacio en la pantalla para leer, seis pulgadas sometidas al eufemismo mercantilista («mejorar la experiencia de navegación»), comerte las cookies, la publicidad en ventanas emergentes que burlan el bloqueo predeterminado, las aspas canceladoras diminutas o camufladas, la tentación del adulterio con mujeres mayores de 50 que viven «en la región de Dos Hermanas».

Pero he escrito a lápiz la palabra «INDULGENCIA» encima del episodio IX de la Primera Parte de ‘Ana Karenina’. Me sumerjo en el libro a la hora de la siesta, escuchando la emisora japonesa Jazz Sakura (inevitable acordarme de Murakami); cuando el sol se pone, alterno entre Asya Fateyeva (inevitable acordarme de Bertolt Brecht) y los hermanos Roger y Brian («A Brian, por apellidarse Eno», en aquellos agradecimientos del último disco de Esclarecidos), mirando por la ventana como si al otro lado surgiera la noche blanca de San Petersburgo.

Durante una comida copiosa, el príncipe Stepan Arkadievich Oblonsky le dice al tristón Levin que el objeto de la civilización estriba en que todas las cosas se conviertan en placer, a lo que su amigo responde que prefiere ser salvaje. Es como si esos dos personajes rusos del siglo XIX siempre dijeran la verdad, incluso guardando las apariencias y opinando lo contrario, incluso esa nobleza que remedaba sin éxito a la europea.

«Leer best sellers es una enfermedad, pero tiene fácil cura. Empieza por la lectura de obras como Ana Karenina». Esto lo escribió Eduardo Lago en El país hace casi diez años exactos; lo tenía anotado en mi agenda del domingo 15 de agosto de 2010, junto a unas frases de Paul Krugman sobre la oscuridad en Estados Unidos. Toparme con la frase de Eduardo Lago ha sido un casual, pero es verdad que Ana Karenina se reconoce entre la multitud como un rosal entre ortigas, aunque éstas no desmerecen en una sopa primaveral ucraniana.

El widget de mi agenda en la web dice «Sin eventos próximos». No es del todo cierto, pero no actualizar la agenda pública forma parte de la voluntad de vacaciones. Agosto también se asoma por los recordatorios de mis fotos de Google y algunas vuestras de hoy en las redes sociales. Estos últimos meses necesitan un descanso, una escapada (responsable), burlar la configuración de las cookies y los rastreadores de Internet, que son muchos más que los del virus. Intenta disfrutar, encuentra el placer, sea civilización o/y barbarie.

INDULGENCIA

 

 

 
 

 
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Cuando sales del agua hacia tu toalla y la arena esta ardiendo. #playa #mequemo #arena #verano #calor #elsueloeslava #humor #videosgraciosos

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Coordinador de Izquierda Unida Sevilla.

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