Repaso el texto del último número de los Cuadernos de Memoria Democrática de IU Sevilla, recién salido de la imprenta imaginaria, y un hilo rojo conecta la fosa de represaliados en el cementerio de Benacazón con las víctimas del golpe fascista del 36 en Dos Hermanas, Utrera, Arahal, Camas y Sevilla ciudad y, si me apuras, con las que yacen en el antiguo cementerio de La Campana, que honraremos el próximo 2 de agosto, y con la memoria de Blas Infante, levantando el vuelo simbólicamente en la Gota de Leche, el día 9.
Y ese hilo rojo hace ovillo con las dramáticas historias que cuentan Ana Sánchez y Miguel Guerrero, y con las fotos del Facebook que muestran la mesa de reuniones de la Diputación de Sevilla, un día con el alcalde y el concejal de cultura de Fuentes de Andalucía, otro con nuestra portavoz en La Luisiana, y el siguiente (o el mismo) con el maestro Calado de Espartinas y ese comando activista memorialista itinerante comunista que hemos creado de la nada-más-todo-nunca-vista en la historia de IU Sevilla, por lo menos, si no más allá. Se lo comenté por escrito a Toni Valero, hace unos días, la sensación (¿sensación nada más?) de que hay un montón de personas que llevaban un montón de años esperando este momento de eclosión.
Ese hilo rojo interminable es el de la conmoción de las ideas. Leí hace unos días que si las ideas no son capaces de conmocionar al mundo, tampoco serán capaces de cambiarlo. Cuando hablamos de verdad, justiicia y reparación, estamos hablando, sobre todo, de ese matiz.