La cura para todo es siempre agua salada: el sudor, las lágrimas o el mar

He visto ‘Karen’, una película dirigida por María Pérez Sanz e interpretada por Christina Rosenvinge, Alito Rodgers Jr e Isabelle Stoffel. Según la sinopsis de Filmin, «Un retrato íntimo de los últimos tiempos en África de la colona danesa Karen Blixen, escritora de la famosa novela ‘Memorias de África’. Y en especial, de la particular relación con su criado somalí Farah Aden. Una extraña amistad en la que diferencias que parecen insalvables se diluyen ante un entendimiento ancestral». ‘Karen’ dura algo más que un elepé y las escenas, basadas en textos de Isak Dinesen (su seudónimo literario; la frase que titula este post es suya), se desarrollan como si fuesen canciones de un disco, con diálogos tan relevantes como los silencios, solo interrumpidos, en un par de ocasiones, por dos temas a guitarra interpretados por Christina Rosenvinge.