El 20 de noviembre de 1971, Simone de Beuvoir participó en París en una manifestación organizada por el Movimiento para la Liberación de la Mujer (MLF, por sus siglas en francés) para reclamar que las mujeres pudieran elegir libremente sobre la maternidad, la anticoncepción y el aborto.

Así lo cuenta Carmen G. de la Cueva*:

A la cabeza de la comitiva, las militantes portaban un ataúd donde podía leerse: «A las mujeres víctimas del aborto clandestino en Francia». Es muy emocionante leer como a sus sesenta años, Simone salió a la calle con cuatro mil mujeres más. «Las militantes blandían bayetas, alambres de los que colgaban ropa sucia, muñecas de papel, tripas de buey: una de ellas distribuía perejil -símbolo del aborto clandestino-, del que otras llevaban ramitas en el pelo». Entonando la consigna «Niño deseado, niño amado. Maternidad libre», recorrieron jubilosas París desde la République hasta la Nation bajo un hermoso cielo frío. «En la Nation, las mujeres se subieron al zócalo de una de las estatuas y quemaron bayetas, símbolo de la condición femenina».

«Aunque atacadas y vilipendiadas, habíamos conseguido nuestro objetivo: transgredir la ley del silencio».

En sus memorias, Simone de Beauvoir contó: «No se trataba -como algunos detractores fingieron creer- de introducir el aborto en Francia, ni siquiera de alentar a las mujeres a que abortaran, sino partiendo del hecho de que lo hacen masivamente -cada año se producen entre ochocientos mil y un millón de abortos-, permitirles encarar esta operación en las mejores condiciones físicas y morales, lo que hoy es un privilegio de clase».

(*) Un paseo por la vida de Simone de Beauvoir, Ed. Lumen, 2018.

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