Pertenezco a ese ramalazo generacional

que, como Antonio Luque, observamos con cariño las viejas fotos de la primera comunión, pero decidimos que nuestros hijos crecerían moritos. Las mías (mis fotos), una en color de Estudio Alba y otra cutre en blanco y negro rotísimos, con tres amigos del alma, en medio del albero donde se cortaban las avenidas Reyes Católicos y Los Pirralos, entonces Cardenal Cisneros. Gracias a los abuelos comunistas, el asfaltado, las aceras y el agua potable llegaron años más tarde a esos barrios humildes de Dos Hermanas. Hoy sería un troleo peatonal marcarse un selfie en ese mismo cruce.

Dos maneras de ver películas de Rohmer.

Tras Godard, Varda y Chabrol, he seguido con Rohmer. Empecé por ‘El signo de Leo’ (1959) y a lo largo de las últimas tres semanas he visto ‘La coleccionista’ (1967), ‘Mi noche con Maud’ (1968), ‘La rodilla de Claire’ (1970), ‘El amor después del mediodía’ (1972), ‘La Marquesa de O’ (1976), ‘La mujer del aviador’ (1980), ‘La buena boda’ (1981), ‘El rayo verde’ (1986) y hoy ‘El amigo de mi amiga’ (1987). Creo que de Eric Rohmer solo recordaba ‘Pauline en la playa’ (1983), que vi en su día por la coincidencia del título con el del (tan querido) dúo asturiano.