Resurrección de domingo

Las personas ateas pensamos que el ser humano (el hombre, en la retórica bíblica) creó a dios, y no al revés. Lo digo sin frivolidad ni ironía, desde el profundo respeto a quienes profesan creencias religiosas, católicas o de cualquier otra confesión.

Cuando llega esta época del año, o en navidades, suelo sustituir la música ligera más de la cuenta por las pasiones de Bach, las misas de Haendel o la ‘Officium Hebdomadae Sanctae’ de Victoria. Es dentro de esas obras donde más cerca se puede estar del sentimiento de dios. Creo que la última persona viva capaz de representar esa trascendencia es Arvo Part, aunque nadie como el Kantor de Leipzig llegó tan lejos de la Tierra laica y tan cerca del cielo cristiano.

Sea como fuere, bienvenida sea la resurrección. Ojalá su sentido originario (no el metafórico ancestral) fuese algo más que una liturgia para quienes toman, en su nombre, el nombre de dios en vano.

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