Punto de encuentro

Hoy en Antequera, con Antonio Maíllo, Fco. Javier Camacho, Ernesto Alba y mis compañeros y compañeras coordinadores/as de las ocho provincias de IU Andalucía. Hemos compartido nuestras propuestas, opiniones y estados de situación, con la mirada (bien alta) puesta en el Encuentro de Asambleas Locales del próximo sábado en la Olavide.

Por desgracia, en el camino me informan de un nuevo crimen machista en Guadix. Una mujer de 54 años, Pilar. Cuando pase el tiempo, cuando llegue el final del año, ¿cuántas mujeres como ella contabilizaremos? ¿Cuál será la terrible cifra, sobre qué otro dato macabro nos tocará compararlo? ¿Cuántos minutos de silencio nos quedan?

No son preguntas demagógicas. O tal vez sí: una de las acepciones de esta palabra es «Dominación tiránica del pueblo». Por mucho que hayamos avanzado, el machismo sigue siendo una actitud estructural, hegemónica en nuestra cultura (sistema). Fíjate lo que dice la Wikipedia de la idea de hegemonía cultural:

Desde un aspecto social, se entiende como «hegemonía cultural» —según se lee en la obra de Antonio Gramsci— la dominación y mantenimiento de poder que ejerce una persona o un grupo para la persuasión de otro u otros sometidos, minoritarios o ambas cosas, imponiendo sus propios valores, creencias e ideologías, que configuran y sostienen el sistema político y social, con el fin de conseguir y perpetuar un estado de homogeneidad en el pensamiento y en la acción, así como una restricción de la temática y el enfoque de las producciones y las publicaciones culturales.

No es demagogia, o tal vez sí. A veces no  podemos evitar que un salvaje mate a una mujer. Sí podemos evitar una sociedad donde el machismo deje de ser un asunto menor en la cultura popular, desde las canciones de la legión hasta el último comentario de Inés Arrimadas. Hablar de no ideología es el primer paso hacia la dominación.

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