Parecidos razonables

Frío en el cine: otro clásico del verano. «Deja de hablar de cosas por hacer», dice el anuncio de un banco en el momento movierecord. Un trabajador llama la atención a la mujer de la fila 10, que está grabando la película con el móvil. Pero lo mejor de la sesión es la sonrisa de mi hijo, limpia y abierta de pura inocencia.

La portada de ‘El pueblo’ no se parece gran cosa a la de ‘The World won’t listen‘, pero me lo recuerda (aún más después de casi terminar el libro). Algo así como lo que se parecen ‘Panic‘ y ‘London calling‘. Las sobremesas de agosto dejan las calles desiertas y empañan las vitrinas de la pastelería San Rafael.

La joven del anuncio de las cosas por hacer me saluda al otro lado del escaparate de la sucursal que ocupa los bajos del edificio donde vivo. Pero nada que ver con la mujer de cartón piedra que cantó Serrat.

En Hermosillo, México, un hombre se sentaba a diario frente a una tienda de vestidos de novia a ver a uno de los maniquíes. Un día, mucho tiempo después, demolieron el edificio y el tipo enloqueció (más). Ya en el manicomio, no sabían cómo hacer que dejara de sufrir pues el llanto lo invadía a diario. Se cuenta que los médicos le trajeron un maniquí igual al que él solía ver en la tienda aquella y sólo entonces se tranquilizó.

El ‘Mundo Obrero’ en el buzón, las persianas bajadas y el ventilador agitando las sombras. Diario de Sevilla recoge el éxito de Paco Tejado, compañero de la Red de Activistas y amigo de las causas que sólo son imposibles si no hay empeño. Su pleito de los 73,08 euros no se encarrila con la ópera de los tres centavos que dramatiza la pregunta de Bretch «¿Quién es un criminal mayor? ¿El que roba un banco o el que funda uno?», sino que procura un final feliz a la tozuda prepotencia de la Agencia Tributaria. Tal vez no se parezcan, pero también me lo recuerdan. En ocasiones es bueno asociar ideas.