No dejes nada sin desatar
Al entrar por el control de seguridad del Parlamento me tomaron la temperatura en la frente. El agente me advirtió: «Tiene usted 40,6º grados»; estuve a punto de responderle «Sí, soy un replicante» (no por la fuerza superior, tal vez sí por la alegoría de la humanidad), pero la broma no superó una segunda toma en la muñeca (36,5º C), si acaso un «arde la calle al sol de poniente», mucho más apropiado para las circunstancias.