El fútbol no tiene la culpa, pero un partido de la selección es la chance perfecta para que unos jóvenes ultras canten el himno con letra de enciclopedia Álvarez y griten «España una, España grande, España libre» justo después de un gol, en un bar en pleno centro de Dos Hermanas, a escasos metros de la esquina donde todo el mundo tenía que pararse a hacer el saludo fascista a partir de julio del 36. Si no vuelves a pasar por allí, por tal de no escucharlo, sabes que estás cediendo espacios, que no es como bloquear una cuenta en una red social.

Sinestesia de lunes

El discreto encanto de la burguesía en el desayuno bufé libre de un hotel junto al mar. Aunque puedes comprarte cuarto y mitad de parcela en Marte (no será de verdad, pero apunta maneras), la vida camina por las calles de occidente como metáfora de Kiko Veneno (: andar descalzo duele, los zapatos nuevos duelen, pero lo que más duele es no saber por qué te duele). La cara b es que el hambre en el mundo no sea como mi hambre de ti. En una entrevista que le hicieron días atrás, KV dijo que a este planeta le quedan dos generaciones para la distopía; pienso en ello y me agarro al placer de las pequeñas cosas, como planchar camisas blancas escuchando ‘Suddenly’ de Caribou a una hora prudente de la tarifa eléctrica.

Junto al mar

Ver esta publicación en Instagram Una publicación compartida de Manolo Lay (@manololay) El entripado por los mensajes sin mirar es diagnóstico suficiente para justificar la necesidad de desconexión. Hace levante, pero la presencia de la playa a la vista es suficiente oxigenación, un café, una infusión y un helado a rayas iguales, y la política como una aplicación activa en segundo plano (conexión a las 16,30h, cada mochuelo a su olivo). Los paseos marítimos de los pueblos costeros son mimetismo, pero apetece pasearlos de noche rompiendo las olas, con el fervor turista okupa todavía ausente. Uno deja de echarse de…

Anotaciones en mi hoja mental de donación de sangre de hoy: Grupo 0+ (no lo sabía), tensión descompensada (14/10) y pulsaciones un poquito altas. Nada que no supiera, ni sea especialmente preocupante (si se cuida) y tal vez hereditario (con eso, mis padres llegaron a nonagenarios). Lo mejor de todo es que la donación ha salido bastante bien y la buena gente del Centro Regional de Transfusión ha acabado contenta. Según me ha dicho el compañero Cristóbal Ráez (nuestro verdadero artífice y currante de la iniciativa) se han recogido 77 bolsas por la mañana y 111 por la tarde. Enhorabuena.

Everything Will Flow

El tiempo vuela. Hace justo dos años volvía de la toma de posesión del alcalde de Aznalcóllar, Juan José Fernández Garrido (por la mañana había hecho lo propio en La Puebla de Cazalla, con Antonio Martín Melero). Me eché a un lado de la carretera para hacer la foto de arriba, justo en una rotonda de acceso a Gerena (al fondo). Aún soy capaz de recuperar la sensación que me produjo aquella imagen al natural, al bajar del coche, al meterme entre los girasoles y contemplar el mosaico de perfiles blancos del pueblo, la impresión de una sábana extendida sobre el horizonte. La torpe instantánea no alcanza a componer esas sensaciones, pero permite que fluyan.