El acierto de todos los errores

El desempleo en Sevilla vuelve a los tiempos prepandemia. Un verso de Ángel González para definir a Fernán Gómez. Un libro de poemas de JC Keoma. Mujeres en la puerta de la escuela infantil y hombres en la puerta del centro de artes marciales. Un fantasma recorre otra vez Europa, pero no es Joe Biden, ni tampoco ABBA.

Ventajas, relevancias

I’m just sittin’ on a fence
You can say I got no sense
Trying to make up my mind

La ventaja del agosto en casa -de permiso (que diría mi padre) pero conectado, trabajandito sin estridencias ni deslomes- es una vuelta a la esquina para enfilar septiembre sin apenas síndrome posvacacional, si acaso echar de menos los desayunos extendidos y las rutinas ante el escritorio, miradas dispersas por la ventana y la vida al ralentí en la plaza, madrigales y suites francesas mientras tecleas o lees o anotas en el cuaderno. La ventaja del fin del verano es que recuperas lo que echas de menos, el inconveniente es que acabarás echándolo de menos, pero siempre nos quedará admitir por qué abril es el mes más cruel.

Efemérides

That’s the story of my life

Me gusta traer efemérides porque con ellas mantengo vivas las llamas de las memorias y los compromisos. Los cien años de Fernán Gómez, los seis del Ejército de Liberación Popular Saharaui recuperando El Guerguerat, o los tres del adiós al maestro Josep Fontana no son meros hitos apuntados en un calendario, sino que representan la batalla cultural de las ideas, los anhelos de emancipación y libertad y la importancia de redactar la vida a partir de su función social.

El remitente

To tell you what I’m up to
And say just how I feel
You’ve got me writing
Love letters

En la casa de mi infancia (un piso bajo de vpo en ‘El Espolón’, edificio de 50 viviendas con una sola puerta de salida, en la barriada Juan Sebastián Elcano de Dos Hermanas) había una radio Philips de los años sesenta, donde mis hermanas escuchaban ‘Lucecita‘ y mi padre ‘El tío y el sobrino‘. También había un tocadiscos Cosmo 751, donde me aprendí de memoria el ‘Congratulations’ de Cliff Richard o singles de Pop Tops, James Brown, Los Bravos y hasta de los Smash, que aún conservo. Hace tres lustros, por desgracia, dejó de funcionar un ventilador Taurus, de esos que aún se venden en Wallapop y sitios similares. Y me queda una máquina de escribir Olivetti, que por entonces ocupaba un lugar preeminente en el salón de casa, bien protegida dentro de su maleta, sobre un mueble con ruedas, atril extensible y tapete de ganchillo, uno de los que mi madre manufacturaba en sobremesas y noches de películas de tiros en la televisión.

(Con tu permiso, camarada Saramago), hoy he desayunado y me he aseado con el mundo según en doce pulgadas y tal vez no debí hacerlo, porque luego, tras subir una foto del rincón de trabajo abierto a la plaza, he cerrado la ventana para evitar el olor a combustión y el ruido del tráfico, que no es que sean limitantes, pero prefiero el aislamiento del climalit de vpo, el ventilador suave y los libros de anna magdalena, que son el mundo según la familia bach en el siglo xviii.

Luna de agosto

Cause in my dreams the things
I’m wishing for
Keep coming true

Cada agosto de cada año vuelvo a aquella preciosa canción que Radio Futura dedicó a la madre y señora del mosto morado, que nadie puede probar. Creo que la última vez que bebí buen vino fue cuando Paqui y Ana se llevaron de casa dos de las mejores botellas al tanatorio para brindar por Carlos, tal vez el más bonito homenaje que se le pudo hacer para su despedida material de este mundo, que no de su memoria, que nunca se me escapa, ni desfallece, que me permanece insomne. Lo recordé entonces con una sencilla canción de Moustaki que habla de evitar ése día la tristeza, de comer y beber y tocar la guitarra y hacer el amor.