105 Cumpleaños de Cortázar
Desde el primer momento, a fines del otoño triste de 1956, en un café de París con nombre inglés, adonde él solía ir de vez en cuando a escribir en una mesa del rincón, como Jean-Paul Sartre lo hacía a trescientos metros de allí, en un cuaderno de escolar y con una pluma fuente de tinta legítima que manchaba los dedos. Yo había leído Bestiario, su primer libro de cuentos, en un hotel de lance de Barranquilla donde dormía por un peso con cincuenta centavos, entre peloteros mal pagados y putas felices, y desde la primera página me di cuenta de que aquel era un escritor como el que yo hubiera querido ser cuando fuera grande. Alguien me dijo en París que él escribía en el café Old Navy, del Boulevard Saint-Germain, y allí lo esperé varias semanas, hasta que lo vi entrar como una aparición. Era el hombre más alto que se podía imaginar, con una cara de niño perverso dentro de un interminable abrigo negro que más bien parecía la sotana de un viudo, y tenía los ojos muy separados, como los de un novillo, y tan oblicuos y diáfanos que habrían podido ser los del diablo si no hubieran estado sometidos al dominio del corazón.
Gabriel García Márquez, El argentino que se hizo querer de todos.
Fuera complejos (el mundo se ha desdoblado)
En la radio dicen que con nuestros actos tenemos que abandonar el qué dirán y buscar nuestra propia aprobación (sin caer en el absurdo, claro) para evitar convertirnos en seres acomplejados. Creo que esa prueba la he superado estas vacaciones.
Otro terrible accidente en Barranco Hondo
Agradezco mucho a Juan C. Romero que me haya informado tan bien sobre este terrible accidente. Y a mi querido compañero Juan Carlos, de Alcalá del Río, donde nuestra gente ha lamentado lo sucedido. Conozco la carretera, la peligrosidad de Barranco Hondo, igual que la que va de Castilblanco a El Pedroso por el pantano de Los Melonares.
Pequeñas historias escritas a lápiz en un libro
De mi padre heredé ‘Geografía-Atlas de Segundo Grado’ del Doctor Rafael Ballester (Dalmau Carles, Pla, S. A. Editores, 1924); él (o alguien) compró en la Librería Eulogio de las Heras, que estaba en el número 13 de la calle Sierpes de Sevilla.
Lo que aprendo con el fútbol
Me quedé asombrado cuando mi hijo me explicó lo que quería decir en este ejercicio de clase (básicamente: lo que tan bonito expresó Fernando Birri sobre la utopía). Lo he recordado mientras repasaba fotos para liberar mi teléfono de excesos, y justo después he visto en Twitter que se está compartiendo mucho un artículo con frases insólitas del fútbol, burlándose de algunas perlas gramaticales de jugadores ricos y famosos.