Bigmoth Strikes Again (again)
Si te dieran a elegir, ¿cómo te gustaría envejecer, como Elton John o como Brian Ferry? La pregunta podría tener trampa, es verdad.
Agitpop
Si te dieran a elegir, ¿cómo te gustaría envejecer, como Elton John o como Brian Ferry? La pregunta podría tener trampa, es verdad.
Entre col y col de teletrabajo, mi contribución de estos días a la causa ha animado a mi hijo a aprender a crear un blog. En las mismas, también he aprendido a «separar la obra del artista», recuperando un artículo que escribió Paula Velasco en LaU hace unos meses, y que me devuelve a Gramsci de nuevo (siempre).
Quedarse en casa, hacer vida social interior: quererte sin egoísmo, disfrutar de ti siendo lo mejor para quienes comparten tu espacio más cercano, tejer la red de cuidados sin desdeñar ninguno, como las abuelas hacen bufandas con los restos de madejas de colores.
La importancia de escribir a mano puede ser ninguna o toda. El 15 de febrero, desayunando en Fuentes de Andalucía, el maestro Juan Morillo me contó la mañana que llevó sus papeles clandestinos al archivo histórico de Comisiones Obreras. Cuando puso en el mostrador la caja con todo, la compañera apartó a un lado folletos, periódicos y documentos impresos («esto lo revisaremos por si nos falta algo. Si no, lo reciclamos») y los manuscritos a otro («y todo esto nos lo quedamos»).
Me quedo en casa, sin hastag, después de asumir que una mano en el hombro cuenta más de mil Likes aquí. Lo he aprendido en la crítica del disco de los alemanes The Düsseldorf Düsterboys, donde también se afirma esta maravilla: «Entre gente inconsciente con ideas afines puedes desperdiciar tu vida aún mejor que en Twitter».
El paraninfo de la Universidad de Sevilla se ha quedado demasiado pequeño para la charla de Irene Montero. A la salida, muchas personas aún esperaban en las escaleras, los pasillos y la salida por la puerta principal. No es que me sorprendiera la expectación: ha servido para reafirmar la expresión del reencuentro entre la política y la gente, al menos la gente joven. Mientras las tertulias mediáticas y los editoriales ponen altavoces en los matorrales, la calle va levantando la mirada hacia el bosque que crece. Y qué alegría da ver a tantas mujeres levantando esa mirada.