La soportable levedad 

Una semana de acampada y, nada más llegar a casa, ya sé qué echaré de menos y qué recordaré de estos días de levante en la playa y horas tibias de lectura bajo los árboles, la (agradable) sensación de hallarme por las noches en el interior de la bodega de un barco, los vinos del atardecer al amor del fuego amigo y la absolutamente soportable levedad del ser.

Prueba superada: desconexión total del whatsapp (no ha sido para tanto: 647 mensajes pendientes) y casi total de casi todo lo demás (nada urgente, por suerte); apenas un par de tuits (que me han dejado un par de insultos), alguna foto compartida para no olvidar lo enternecedor que resulta ver en tu hijo aquello que tanto (sin motivo) te disgustaba ver en ti; y también alguna instantánea que otra, borrada y retenida en mi memoria, para seguir recordando qué es importante y qué prescindible en esta vida.

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