El mejor homenaje es seguir su ejemplo

Homenaje a los concejales comunistas de la primera corporación municipal en Dos Hermanas. Un acto sencillo en Entrenúcleos, lugar donde además se han rotulado dos calles con los nombres de Carlos Benítez Saurel y Juan Antonio Jiménez Adame. Sandra y Fran hacen un breve recorrido por la trayectoria y los logros de aquel primer grupo de concejales que alumbraron la democracia en nuestro pueblo, en tiempos donde todo era necesario porque no había de nada, de tránsito entre la clandestinidad y las manos urgentes a la obra. Una invitación a recuperar aquel periodo (1979 a 1983) en el que no habían nacido, pero que tienen en común la militancia de varias generaciones de lucha, en las calles y en las instituciones.

Durante estos días, pensando en ello, me he preguntado qué consiguieron y cómo influyeron en mi vida, sobre todo Carlos y Juan Antonio, a quienes conocí hace veinte años, con quienes compartí mis primeros pasos de afiliación comunista. Y, evidentemente, sale a la luz todo lo que aprendí de ambos en aquellas tertulias interminables cada tarde noche, cuando salía del trabajo y me iba para la sede. Sin haber vivido buena parte de sus vidas, conozco la historia del partido gracias a ellos, es casi como si hubiera estado a su lado, acompañando a Pasionaria el día que vino a Sevilla por primera vez, escribiendo frases en cajas de cerillas para que la policía no descubriese las consignas a los camaradas, siendo parte de jornadas de formación escondido entre olivos, asistiendo a aquel mitin masivo de los hermanos Benítez Rufo, Aurora León, Carrillo… Tanto, que cuando escriba mi biografía, de jubilado (si llego, toco madera), tal vez no sepa diferenciar entre la realidad presencial y la contada.

Pero, digo, pensando en frases diría sobre sus enseñanzas, se me ocurren cosas como que aprendí la importancia de saber estar muy por encima de querer ser (la ambición política no es mala si tu ego no machaca aquello que los demás esperan de ti), o que la paciencia de un comunista es también revolucionaria (o cómo no renunciar nunca a tus ideales, a diferencia de quienes renuncian a ellos ante la inmediatez-excusa de lo imposible). En esto último, Carlos fue mi padre absoluto, me siento tan identificado con su desenvoltura que a veces he creído en momentos paralelos entre su tiempo y el mío (salvando las distancias entre sus años, tan duros y difíciles, y los míos). De Juan Antonio, en cambio, echo de menos su impresionante capacidad para hablar en público con desparpajo, enganchando ideas, incorporando sentido del humor y elocuencia, algo que solo encuentro en compañeros como Antonio Luis Girón (de cuya sabiduría hablé hace poco con Toni Valero, por cierto) y que doy por descontado que no alcanzaré.

En el homenaje hubo un detalle precioso: la entrega a sus familias de una placa, casi idéntica a las que rotulan las calles, con cada uno de los nombres de los camaradas homenajeados. Si de algo grande e importante está sirviendo la celebración del centenario del PCE es, precisamente, de habernos confabulado en torno a la consolidación de la fraternidad intergeneracional entre militantes, entre quienes trazaron nuestra historia y quienes hemos recogido el testigo. Entre quienes escribieron la mejor biografía del partido y quienes tenemos la oportunidad de conocer a dos ministros y una ministra comunistas en el gobierno de España. Ellas, ellos, sentirían el orgullo de nuestro presente; y nosotras, nosotros, sentimos el orgullo de su legado. Y por mucho que intente expresarlo aquí con palabras, ningún ajeno podrá nunca sentirlo como lo sentimos.

PD: Mi agradecimiento a los camaradas Juande y Miguel por acompañarnos en el acto. Estas cosas no solo se valoran: tampoco se olvidan. Salud.