El banco bueno

Este banco no da crédito, ni intereses, pero es mi banco de confianza. Está situado en una zona degradada, junto a un edificio sin acabar, con vallado perimetral desvencijado, okupado por mirlos y gorriones, una estructura fantasma que nos recuerda la pesadilla del postboom inmobiliario. En este banco me siento cada día a repensar el trajín cotidiano, más o menos a medio camino de mis paseos antioxidantes, al comienzo de la mañana o al final de la tarde. Poco tiempo, lo justo para recapitular, ordenar y acaso apuntar ideas. Despresurizar, también. Es mi banco bueno, no deja hipotecas ni saldos en descubierto. Busca un momento para encontrar el tuyo en algún lugar de tu pueblo o ciudad, te sentará bien.

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