El alquitrán entre melocotones

Mi hijo, casi como yo, sólo conoce los melocotoneros en Hay Day, un videojuego de simulación donde todo es tan fácil como comprar virtualmente un árbol, sembrarlo y esperar a que crezca el fruto. Por desgracia no es así, y él, como yo, se irá dando cuenta de que una marcha por la carretera que va de Brenes a San José de la Rinconada, además de ver los melocotones en sus árboles, es un doctorado sobre cómo funciona el trabajo en el campo, quién es el patrón y de dónde le viene ser patrón, cuántas horas se trabaja y cuánto se cobra por esas horas de trabajo, cómo se contrata y subcontrata, si es que se contrata y subcontrata… y cuántos piratas, intermediarios, masters and servants hay desde que se producen las semillas hasta que se compran los melocotones en la tienda (o supermercado, peor aún).

Ese doctorado lo he hecho yo hoy junto a los compañeros y compañeras de la Marcha Jornalera que empezó ayer en Villanueva del Río y termina este miércoles en Sevilla ante la sede de Asaja. Me dicen que esta patronal es bien recalcitrante (nótese el cuidado al usar el calificativo), así que la huelga prevista para el viernes y días sucesivos parece inevitable. Nuestra provincia, una de las más ricas en la producción agrícola de Europa, sigue viviendo episodios en blanco y negro: el señorito, aunque ahora recorre las tierras con un mercedes todo terreno, aún no se ha bajado del caballo al que se subieron sus ascendientes cuando sólo había cortijos y haciendas y braceros arriñonados de sol a sol.

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