Desorden moral

En estos tiempos que corren hay que leer, todo lo posible, como vía de escape al pensamiento único. O hacemos eso, o acabaremos sometidos/as a los mandatos del granhermanismo más recalcitrante y enemigo de la Humanidad.

El cuento de la criada, de la autora canadiense Margaret Atwood, se sitúa en un universo muy parecido al nuestro pero con significantes diferencias. En él un supuesto atentado yihadista a finales del siglo XX que termina con el presidente y con el gobierno sirve como justificación al ejército de los Estados Unidos –y a quienes, en la sombra, han orquestado todo– para suspender la constitución e implantar un régimen teocrático en el que la mayoría de las libertades quedan abolidas y la disensión no sólo no es permitida sino que es perseguida.

Los Estados Unidos pasan así a ser la república de Gilead, que está en guerra con grupos rebeldes, y donde se persigue a los no católicos, a los gays, y a cualquiera que pueda ser una amenaza, real o imaginada, para el régimen. Todo el mundo sospecha de todo el mundo, y nunca sabes cuando alguien puede ser un agente encubierto que te puede denunciar. Las ejecuciones públicas y la exhibición de los cadáveres de los ajusticiados como ejemplo están a la orden del día.

Pero quienes se llevan la peor parte son las mujeres, que bajo el nuevo régimen machista y misógino se ven convertidas, literalmente, en objetos propiedad de los hombres, divididas en un sistema de castas.

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