En la militancia se comparten luchas políticas, momentos de fraternidad y, en ocasiones, de profundo sufrimiento. El primer mazazo terrible del año ha llegado con la muerte repentina del hijo de un compañero de Cantillana, con tan solo 18 años. Por desgracia, el dolor no se puede repartir, cada cual lleva el suyo completo, sin posibilidad de trocearlo en pequeñas dosis, más llevaderas entre varias personas. Mil voces forman un coro inexpugnable, mil tristezas son mil desgarros individuales e irreductibles. Hoy hemos acompañado en el sentimiento al compañero Javi Mesa, una frase hecha que no resuelve nada ni evita la profunda herida, pero adquiere sentido pleno por el compromiso, la sensación de comunidad, de cuidarnos, de ser parte del mismo camino. Es entonces cuando uno va al tanatorio no por cumplir, sino por ese querer estar militante, imprescindible.